Por Roberto Veras.- En un llamado país democrático, nuestras expectativas deben ser, aquellos a quienes elegimos y nos representan, y hacerlo con el mayor grado de empatía genuina, de manera ética, manteniendo la integridad absoluta y poniendo el bien común por delante y no poniendo el bien de manera personal. Desafortunadamente, con frecuencia, estos funcionarios electos no logran proceder de esa manera y, por lo tanto, no merecen ni se ganan nuestra fe. A menudo parece que cuanto más necesitamos que estas personas hagan su trabajo, por el bien común, de una manera…
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