San Agustín, Ama y haz lo que quieras y las Cartas de San Juan. Una introducción

BIBLIA Y VIDA

Por Padre Manuel Antonio Garcia Salcedo*

Arquidiócesis de Santo Domingo

En el tiempo del Adviento tuvimos como preparación a la Navidad, algunos artículos referentes al libro del Apocalipsis de San Juan, hoy nos aproximaremos a las Cartas de San Juan ubicadas casi al final del Nuevo Testamento tan propias del tiempo de la Navidad que no ha terminado.

Una frase importante dentro de la vida cristiana es el famoso: Ama y haz lo que quieras… y uno se maravilla cuando descubre que esta frase de San Agustín de Hipona, Obispo, Padre y Doctor de la Iglesia fue enunciada por él en el año 407 en sus catequesis posbautismales de la Octava de Pascua de resurrección o catequesis mistagógicas, para que las enseñanzas cristianas fuesen asimiladas  en la vida de los recién bautizados. Dichas catequesis están basadas en las Cartas de San Juan donde se nos da la definición: Dios es amor. Amor que se comprueba como auténtico en nuestras vidas y nos hace veraces si amamos a los hermanos y, nos hace mentirosos de lo contrario.

La enseñanza del Nuevo Testamento del mandamiento amarse unos a otros tiene su precedente en San Pablo, I de Tesalonicenses, el primer escrito cristiano, referido en primer lugar a la santidad que siempre  parte del matrimonio y va al seno de la familia, la primera comunidad, Iglesia doméstica, propicia el primer ámbito de la comunión y la comunicación.

En el caso de la escuela de los discípulos de San Juan, el sentido de la comunión unos con otros, nace del Padre con el Hijo, y de estos, entre los hermanos de la Iglesia comunidad. Para que haya comunión entre nosotros como dicen las Cartas Joánicas en el tema del amor no solamente basta estar en comunión unos con otros, sino permanecer en el amor. Estos temas también son propios del Evangelio de San Juan, especialmente en los sermones o discursos de la última Cena.

Puede surgir la pregunta, ¿cuál de estos escritos fue primero, el Evangelio o las Cartas?, y por supuesto descartamos el Apocalipsis que fue de redacción posterior, El más antiguo de los escritos de tradición joánica, la escuela de los discípulos del Apóstol San Juan, ubicados específicamente en el Asia Menor, hoy en día Turquía, son las Cartas de Juan.

Con este: Ama y haz lo que quieras, San Agustín tiene la premura, la urgencia de hacer el énfasis para los recién bautizados como Obispo que en los primeros siglos de la Iglesia personalmente a los recién bautizados impartía la catequesis a los candidatos a los sacramentos de la Iniciación Cristiana, que en las Cartas de San Juan se denominan como el Agua, la Sangre y el Espíritu,  para clarificarles, entre tantas herejías de su tiempo en el norte de África, la crisis por el cisma de los donatistas. Donato fue su caudillo que les presentó una doctrina y la disciplina rigorista tan afín a la personalidad y la cultura del vivir en una zona desértica, ruda, en que la vida es corta, subsistir es toda una aventura cada día, con la lejanía de las grandes estructuras gubernamentales y jerárquicas de la Iglesia. Tras sobrepasar las persecuciones, muy recientes todavía en la memoria y en los cuerpos de muchos torturados, así como los recuerdos de las tumbas de tantos mártires que dieron su vida por la fe en Cristo, los radicales donatistas no aceptaban el pecado después del bautismo, ni admitían a quien en las persecuciones contra la fe hubiesen claudicado o fallado. No aceptaban en sus filas pecadores. Se consideraban a sí mismos santos perfectos en toda la regla de la palabra y tenían que excluir para no contaminarse con los pecadores. A la Iglesia Católica cercana en aquella época a las autoridades del imperio, al emperador y a sus gobernantes locales, la consideraban los donatistas como infiel y traidora. De ahí, la insistencia de San Agustín de utilizar este recurso, especialmente de la I Carta de San Juan del estar en comunión unos con otros, del amor, del ama y haz lo que quieras, para advertir y denunciar a los donatistas y a toda secta o toda agrupación de personas que buscan un interés particular, que utilizan todos medios inmorales para mantenerse creyendo que el fin justifica los medios, frase completamente anticristiana.

San Agustín nos enseña que hay un solo camino… o se elige el bien o se elige el mal. No hay puntos medios. No echemos agua limpia suciedad.  No existe en la fe y la moral cristiana el gris. Blanco o negro, el bien o el mal, y optar por la radicalidad de la Cruz.  Los donatistas se desviaron con el cisma al separarse y formar tienda aparte, tenían su propia jerarquía, un calco total salido de las filas de la Iglesia Católica. Se tornaron violentos, inclusive tenían sus propias fuerzas militarizadas para enfrentar a la autoridad civil. Fue tanto y tanto que San Agustín luchó para tratar de que volviesen a las filas de la Iglesia Católica, pero fue imposible. Los donatistas constituidos en casi en iglesia nacional, con su propio estado, cismáticos, violentos, subversivos, acaparadores, fueron aniquilados por la fuerza imperial de aquella época en sus últimas revueltas.  Es el precio a pagar para toda persona y agrupación que trate de imponerse por encima de todo estamento y de todo lo que la sociedad humana constituye.

 Las Cartas de San Juan son un resumen de la fe en Jesús venido en nuestra carne, quién asumió naturaleza humana, el Verbo de Dios que se hizo cargo y habitó entre nosotros.  Algunas personas dicen que estos escritos son muy aéreos, muy espiritualoides en un tono despectivo o aducir que que el mismo Evangelio de San Juan no tienen encarnación en nuestra realidad.

El actual Obispo de Barahona, quien fungía de profesor en el seminario pontificio rechazaba esta postura totalmente. Nos enseñó que San Juan es sinónimo de la Iglesia Sacramental perfeccionado todos los escritos del Nuevo Testamento desde la premisa: Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Esta es una referencia a la Eucaristía en comunidad. Sin comunidad no hay Eucaristía llevada por la Jerarquía, los Apóstoles mismos qué vieron, escucharon y nos comunicaron en sus sucesores la vida de Dios.

Las Cartas de San Juan nos advierten de los peligros de separarnos de la Comunidad, de la Iglesia donde manan los fundamentos de la fe y de la caridad.  En nuestra época al hablar de amor se entiende tantas cosas, igual que la palabra espiritualidad que es bastante manipulable. Hemos de utilizar la palabra caridad refiere aquí a Dios.  La caridad no es solamente dar limosna, sino la raíz de la tradición joánica y de la Iglesia misma.

Quien actúa contrario a la caridad es el anticristo, término que solo aparece en únicamente en las Cartas de San Juan para designar a los manipuladores, a los ignorantes que tergiversan y mezclan la enseñanza y el sentido original de la Iglesia Católica.  Para salir de esta oscuridad se recurre en estos escritos a los signos o los sacramentos, la luz, el agua y otros que conducen a las normativas de los mandamientos de Dios, es decir, el camino a elegir: el bien o el mal.

Acerquémonos a  las experiencias de los tesoros de las Iglesias que fueron fundadas bajo el abrigo, el patronazgo y el patrocinio de San Juan Apóstol. Hojeen las 3 Cartas, Biblia en mano o en su dispositivo, ya sea celular. ya sea portátil, computadora, ya sea Tablet, ya sea su pantalla si tiene Smart TV, pueden ahí buscar los títulos, capítulos por capítulos, fijen su mirada espontáneamente en alguna frase, si usted maneja algún versículo de estos o cantos basados en estos como aquel que dice: Dios es amor, la Biblia lo dice. en el capítulo 4  versículo 8 I de Juan.  Vaya a la II Carta de San Juan, vea su menor extensión, vea su encabezado donde habla de la Esposa, la Señora, la Dama, término que utilizarán después escritos del siglo I DC que no quedaron dentro de las Sagradas Escrituras del Nuevo Testamento del Canon de la Iglesia. Términos que son referencia a la Iglesia y a sus hijos.

El autor de esta II Carta de San Juan se llama así mismo el Presbítero o Anciano, la cabeza de la comunidad. La III Carta de San Juan debería llamarse nota por su brevedad, texto que pertenece a la Sagrada Escritura centrado en sus 3 personajes: Gayo, Diotrefes y Demétrio.  ¿Qué pasaba en esas comunidades? ¿Pasaba igual en nuestra Iglesia local? Adentrémonos en estos primeros aspectos de las 3 cartas atribuidas a San Juan y trabajemos por una mejor sociedad. *PhD en Teología Católica.

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