Por Roberto Veras.
La revolución de abril constituye uno de los hechos más relevantes en la historia dominicana, por las implicaciones que ha tenido en el orden económico, social, político e ideológico en los últimos 55 años.
La importancia de esta revuelta Armada fue crear en los dominicanos la conciencia de que no importa la fuerza, sino la razón y los ideales.
En esta importante fecha los ojos del mundo estuvieron puestos en nuestro país por la valentía demostrada de nuestro pueblo en demanda del retorno de Juan Bosch a la presidencia.
Bosch, elegido presidente en 1963, en las primeras elecciones democráticas luego de la dictadura trujillista, había sido derrocado tras un golpe de estado dirigido por los remanentes políticos y militares de la dictadura.
El coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez después de derrocado el gobierno de Bosch y estando en el exilio lideraba un grupo de militares del cual su segundo al mando era Hernando Ramírez quien no pudo participar en la revuelta por problemas de salud, tomando el control el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.
En ese momento y para siempre el coronel Caamaño Deñó, se creció a la estatura de un prócer de la Patria por su arrojo combativo, y por el liderazgo que ocupó en las luchas que se escenificaron contra las tropas invasoras yanquis y los remanentes militares de la dictadura trujillista.