Por José Núñez.
Ciertamente, es un axioma de la política mundial, que si a tu adversario le va mal en su accionar, al que o a los que se les oponen, si no los benefician directamente las crisis, las adversidades y/o divisiones del contrario, nunca van a serles negativas.
En este contexto, la interdependencia, o sea, que cualquier acción o movimiento electoral de un partido político afecta al otro en menor o en mayor medida, es una realidad que se presenta más intensa actualmente de cara a las próximas elecciones generales entre las tres principales fuerzas política del país, es decir; el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y el Partido Fuerza del Pueblo (FP).
Ahora bien, lo que no es tradicional, es que hayan tres fuerzas políticas cada una en capacidad de poder alcanzar el poder estatal en un mismo período electoral, es decir, para las mismas elecciones, porque casi siempre, lo que se da es, que dos de los partidos políticos del sistema se polarizan la popularidad, los votos, y los otros, unos menos, otros más, quedan muy rezagados o también, pueden servir de bisagra.
Es en esta coyuntura que se ha presentado una interdependencia entre tres variables partidarias, que en la práctica se convierten en un verdadero enredo electoral y en una incógnita para los estrategas políticos, los equipos y los jefes de las diferentes campañas presidenciales.
Esta situación de interdependencia electoral entre las tres fuerzas políticas citadas precedentemente, se parece un poco a lo que aconteció para las elecciones generales del año 1996 con los partidos Reformista Social Cristiano (PRSC), el Revolucionario Dominicano y los peledeístas, donde los aspirantes presidenciales fueron; Jacinto Peinado Garrigosa, José Francisco Peña Gómez y Leonel Fernández Reyna.
Aquí debemos hacer las siguientes puntualizaciones, primero, en el contexto que se presentó el choque de las tres mencionadas fuerzas políticas, fue por dos razones diferentes a las actuales, ya que en el 1996, se dio por causa de reducir el mandato al doctor Joaquín Balaguer cuando lo acusaron de ganar producto de un fraude electoral en el 1994 al PRD y al doctor Peña Gómez.
Lo descrito anteriormente facilitó al mismo tiempo en esa modificación constitucional del 1995, que se legalizara y legitimara entre otros aspectos, que para ganar la contienda electoral se requerirá un mínimo del 50% más un voto del total de los sufragios emitidos válidos.
Segundo, mientras que ahora, para las elecciones de febrero y mayo de 2020, la triangulación de las interdependencias de las fuerzas políticas, es producto de la ruptura, de una división en el PLD.
Los peledeístas echaron por la borda lo que era considerado por casi todos, su «mayor tesoro
político electoral, la unidad monolítica», la cual le permitió ganar a «los discípulos del profesor Juan Bosch» varias elecciones consecutivas (seis) del 2004 al 2016, y por encima del 50%. También ganaron en el 1996 los del PLD mostrando una unidad de acero y con el empujón final del doctor Joaquín Balaguer y el PRSC.
Otros detalles que aquí debemos resaltar, es que estas situaciones de crearse un ambiente de
tres fuerzas políticas, siempre ha estado de las manos de los presidentes de turno; en el 1996 Joaquín Balaguer accionó de acuerdo a su parecer e intereses personales, le puso un stop a Jacinto Peinado no apoyándolo, siendo el Vicepresidente de la República y el candidato presidencial de su mismo partido, del PRSC.
Y en el año 2020, Danilo Medina, el otrora amigo y hombre de la absoluta confianza, brazo derecho de Leonel Fernández en sus dos primeras gestiones de gobierno (1996-2000 y del 2004 al 2006), movió las fichas del erario públicamente para impedir a cualquier costo; social, político y económico, que el expresidente siquiera se presentara como candidato oficial del PLD, del cual era el líder, también su Presidente.
Incluso, no le importó al presidente Medina el posicionando y diferencia electoral favorable en las puntuaciones de Leonel con respecto a sus once competidores internos.
Obviamente, todo ese ambiente de rencores venía gestándose desde el año 2000 cuando Medina aspiró a la presidencia y perdió, pasando por el enfrentamiento que tuvieron en el 2008, donde el derrotado proclamó, «me venció el Estado», ironía de la política y de la vida por lo acontecido recientemente en las primarais abiertas del PLD.
También, el Quirinazo, la modificación constitucional para la reelección del año 2012 y la oposición de Leonel otra vez a la segunda reforma consecutiva de la Carta Magna en el 2019 para impedir otra reelección del presidente de turno, forman parte de este conflicto.
En fin, esos aderezos, conjuntamente con una organización política que borró su disciplina y la formación política, con un Comité Político que no jugó su rol, éste parecía desde el 2004 más una agencia de buscar empleos selectos para casi todos ellos y sus familiares.
Estas incoherencias del partido gobernante trajeron lo predecible, ya que cuando priman los intereses y la sed de Poder, ni la conciencia, mucho menos el juicio de la historia pareció importarle a algunos; y la división llegó, donde el pueblo al ver el patético espectáculo, la apoya mayoritariamente.
Entonces ahora, la interdependencias entre los tres partidos mayoritarios, existe en dos de éstos una relación directamente proporcional, o sea, entre el PLD y la FP, si sube uno, baja el otro y viceversa. Pero además, se han divido el mismo pastel, lo que hace que el crecimiento de ambos se presente como un palo encebado.
En el caso del PRM, las proporciones en la popularidad no son directamente, pero son más riesgosas todavía, porque Luis Abinader puede cantarle bingo hasta con un flai de sacrificio, un uai pis o con otro error, especialmente de los morados, porque el aspirante opositor está próximo al centro.
En este contexto, entre estos tres partidos políticos, existen dos (el PRM-FP) que se están
atrayendo, aunque con una diferencia interesante, cada cual quiere estar de primero, y ese es un solo espacio, de ahí, sino se manejan bien, se le cuela el PLD con el hombre que es el menos político de los tres presidenciables, o que no es un político ducho, mejor dicho; Gonzalo Castillo.
Pero Gonzalo posee los recursos económicos en demasía en un país donde el clientelismo electoral está a la orden del día, además tiene a su lado a uno de los más astutos estrategas políticos, al presidente, el licenciado Danilo Medina; que se la juega hasta el fondo en pro de sus beneficios electorales, y más ahora que se ha vuelto un «animal político» apegado al Poder.
Mientras que Luis Abinader tiene entre sus ventajas una delantera relativamente holgada, y a un partido como el PRM, con sed de controlar las cosas públicas.
Y en Leonel, tenemos al político de mayor liderazgo del país, el más experimentado, nuestro único líder con un peso real en el ambiente internacional, donde la actual coyuntura lo tiene como el hombre de las expectativas al junto de su nuevo partido Fuerza del Pueblo (FP) y los cinco partidos aliados, encabezados por el sector conservador representado en el PRSC.
En definitiva, la interdependencia entre el PLD, PRM y la FP, jugará el papel más determinante de quien será el próximo presidente, dependiendo de cómo cada uno mueva sus fichas electores, lo que se verá en las urnas el próximo 17 de mayo.