Por José Núñez.
En los últimos cuarenta y dos (42) años o también puede decirse, en los doce (12) procesos de elecciones generales o presidenciales más recientes que han acontecidos en el país en ese lapso de tiempo, nunca antes como ahora, a un partido político lo habían sacado del control del Estado a pesar de tantas y tantas advertencias que les hicieron mucha gente.
A los danilistas no les valieron las advertencias de sus inminentes derrotas electorales frente a los perremeístas si no desistían de sus actitudes y malas artes políticas contra Leonel Fernández para evitar una potencial división, lo que finalmente ocurrió a finales de octubre del año 2019, y precisamente para esa fecha las encuestas indicaban que unificado ganaban.
Lo de qué «guerra avisada no mata soldado», aquí entre los peledeístas pro Danilo no funcionó el refrán o ellos en su Comité Político eran unos engreídos inflados por el poder del Estado, apegados, comprometidos por sus acciones y atados a los favores del gobierno.
Por lo expuesto en el párrafo anterior, a continuación se va a describir sucintamente lo ocurrido desde el 1978 hasta el 2020 con las principales intenciones de quedarse los gobiernos o el partido en el poder administrando las cosas públicas o el entrar uno nuevo conjuntamente con sus fuerzas aliadas.
Por ejemplo, en el año 1978 quién con un mínimo de objetividad en el país no tenía la convicción bien clara de que el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y el hacendado Antonio Guzmán Fernández iban a ganar esas elecciones al desgastado gobierno del doctor Joaquín Balaguer y su Partido Reformista (PR).
Porque una cosa era de que hubiese dudas para que los reformistas entreguen el poder o de que hagan trampas, pero se sabía qué voto a voto iban a perder, era un dato conocido.
Lo mismo sucedió para el 1982, ya que con el ansiado gobierno democrático que realizó Don Antonio Guzmán, le abrió la puerta de par en par al PRD para que continúe gobernando la nación frente a un PR, que aunque intentaba vanamente regresar al poder, el lastre y los malos recuerdos de sus gestiones del 1966 al 1978, especialmente en el ámbito de las libertades públicas, aún no habían cicatrizados en una gran parte de la población. Fue básicamente por esas dos causas que ganó el doctor Salvador Jorge Blanco.
En el 1986 sucede algo anti histórico, pero yo no me atrevería a decir que fue una sorpresa, lo sorprendente fue que el doctor Balaguer se repusiera, y con su renovada o ampliada organización, ahora con el nombre de Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), él fuese nuevamente, por quinta ocasión, el presidente de la República Dominicana.
Lo dicho anteriormente es tan así, que muchos entendieron que con las divisiones por los pleitos de las tendencias en el PRD y con una devaluación del peso sin precedentes para la fecha, además por los acontecimientos de abril del año 1986 cuando se golpeó ferozmente a la población que se lanzó a las calles a reclamar por los altos precios que se habían generado
de un día para el otro en los productos de la canasta familiar, algo nunca antes visto.
También el doctor Salvador Jorge Blanco estaba tajantemente opuesto a la candidatura presidencial del licenciado Jacobo Majluta, entonces, todo indicaba que ante tantas falencias internas lo más probable era que los perredeístas perdieran las elecciones, y eso aconteció.
En las elecciones de los años 1990 y el 1994, quién no sabía que las delanteras en las mismas las llevaban los aspirantes presidenciales, el profesor Juan Bosch y el doctor José Francisco Peña Gómez, respectivamente.
Independientemente de que no gobernó ninguno de los dos por las causas que fueren, pero el hecho era que fueron unos secretos a voces que iban a ganar, y que luego quedaron plasmadas en las urnas las evidencias de esas victorias que les escamotearon.
Por lo expuesto en el párrafo anterior, no ha implicado que siempre el ganador gobierne la nación, los últimos tres ejemplos ilustrativos en este aspecto fueron los del; 1986 con Jacobo Majluta, 1990 con el profesor Juan Bosch y el 1994 con el doctor Peña Gómez.
El 1996, que fueron unas elecciones dos años antes de sus predecesoras (1994), razón por la cual están totalmente influenciadas por éstas, y en ese sentido, al PRD y a Peña Gómez nadie les discutía que encabezaban la popularidad con un buen margen de diferencia al opositor más cercano, para ese entonces, Leonel Fernández con el PLD.
Pero debemos recordar, que se inauguraba la modalidad de qué para ganar las elecciones generales había y hay un requisito legal de obtener como mínimo el 50% más un voto, que fue en definitiva «el talón de Aquiles» para que el doctor Peña Gómez no llegara a gobernar el país, y así se le abrió paso con el apoyo «incondicional» del doctor Balaguer al hombre que se veía como el heredero natural de los liderazgos de los expresidentes Juan Bosch y Joaquín Balaguer, incluso hasta un poco del de José Francisco Peña Gómez.
En el año 2000, o desde antes, ya que para mediados del 1999 el ímpetu y la fuerza que traían las aspiraciones en el PRD con Hipólito Mejía encabezando esa boleta electoral, era tal cual un río en crecimiento.
El escenario se complementó aún más en favor de los perredeístas en la campaña del 2000, porque en la escogencia del candidato oficialista impusieron a Danilo Medina frente a Jaime David Fernández, y su figura no cayó bien en la población. Fue un verdadero fiasco.
Ahora recreando las elecciones del 2004, en éstas vuelve el expresidente Leonel Fernández como el candidato de los peledeístas y un abanico de fuerzas aliadas, con una impronta que exhibir (período 1996-2000), además con un Hipólito Mejía con la economía resquebrajada, lo que causó que el opositor fuera aclamado por la población, y aquí no se discutía si iba a ganar, sino, qué tanto se acercaría al 60% o lo superaba. El resto es historia con su 57.11%.
Para el 2008, Leonel Fernández ya era el líder indiscutible del país, donde su figura como un presidente democrático también se había consolidado allende los mares, y aunque apareció un competidor en el PRD como el ingeniero Miguel Vargas Maldonado haciendo una oposición con fortaleza, por la realidad de ser la política ciencia y arte al mismo tiempo, el empresario perdió frente al rey de la selva; el León.
El 2012 fue sin discusión el más atípico proceso electoral de los últimos doce (12), los cuales
abarcan más de cuatro décadas, ya que en los procesos anteriores, con seis meses de antelación y hasta antes de esa fecha, ya se sospechaba el potencial ganador y la percepción se hacía realidad, pero en estas últimas elecciones sucedió a la inversa.
Fue qué faltando menos de 6 meses, Hipólito le llevaba más de 20 puntos porcentuales a Danilo, que era una candidatura oficialista donde se le preparó el terreno para que no tenga
competencia interna que ni siquiera pudiese amenazar ese proyecto con un pétalo de una rosa.
Y gracias a los esfuerzos unificadores, la sapiencia, el liderazgo y las tres buenas gestiones de gobierno de Leonel, con el Estado apalancando el proceso electoral, literalmente hablando, se le quitó el poder de las manos al «Guapo de Gurabo», ganaron Danilo Medina y el PLD con sus fuerzas aliadas, alcanzaron un 51.21% frente al 47% de un atomizado PRD. Es decir, fue la última vez en muchos años que se cambió la realidad electoral en menos de dos meses.
Sin embargo, la gestión de gobierno del que había ganado en el 2012 por los esfuerzos del otro (Leonel Fernández) más que por lo de él mismo, al decir del mayor beneficiado, el licenciado Danilo Medina, y «a confesión de parte, relevo de pruebas», ahora bien, para las elecciones de 2016 él fue el rey del escenario político nacional, inclusive, hasta se llegó a decir por muchos, que hasta podía alcanzar el 70% de las votaciones, lo cual no era un razonamiento descabellado.
En ese escenario, a pesar del recién formado Partido Revolucionario Moderno (PRM) y Luis Abinader haber sacado un buen porcentaje (35%), recibieron una verdadera pela electoral, no le supo a nada al hombre que gobernando hasta consiguió lo que nunca había tenido; Carisma.
Pero para el 2020 es que surgen las intrigas, los dramas, luego se convierten en comedias insólitas políticamente hablando para que nazca inevitablemente la tragedia de la división en el PLD, y ahora deben aprender lo que parece habían sino olvidado, por lo menos ignorado, que «nada es para siempre» y que «al jefe (o al líder) en las organizaciones se le respeta», so pena de que el futuro se convierta en nefasto.
Por lo tanto, se puede puntualizar, que en nuestro país los procesos electorales se caracterizan por evidenciar con cierta antelación lo que va a suceder, que no es una costumbre que en los sufragios se note el que puede ganar faltando pocos días, sino que varios meses ante, el asunto queda delatado.
En el país por ejemplo se sabía en un año antes, que si el PLD llevaba como candidato a Leonel Fernández y no se dividían, la victoria electoral iba a ser prácticamente un hecho, señores, las mediciones lo ubicaban con un astronómico 57%.
Por lo explicado en los párrafos precedentes, es que fue algo inédito lo que aconteció con el PLD, porque sabiendo con quien podían quedarse todavía gobernando, el inquilino de turno en el Palacio Nacional, el presidente de la República, prefirió un destino incierto para ellos; no para el país, ante que un camino seguro para todos; hasta para ustedes Danilo Medina.