
Por Josefina Fernández
Durante una conversación con una diplomática norteamericana de origen latino, comprendí que, a nivel internacional, se ha impuesto una narrativa distorsionada que oculta la verdad histórica y actual sobre la República Dominicana y Haití. En la República Dominicana, el 20% de la población está compuesta por inmigrantes haitianos en condición irregular. A pesar de las diferencias culturales, lingüísticas y religiosas, la diplomática afirmaba que la República Dominicana formaba parte de Haití y que los haitianos tienen los mismos derechos sobre el territorio. Para aclarar esta confusión, es necesario revisar los hechos históricos.
A finales de 1492, Cristóbal Colón llegó a una isla que los aborígenes llamaban Quisqueya y Ayiti a la parte occidental. Los españoles la llamaron La Española, utilizándola como base para la conquista. En 25 años, los nativos fueron prácticamente exterminados y los españoles trajeron esclavos africanos. Para 1620, los españoles perdieron interés por la isla y la parte occidental fue ocupada por ingleses, holandeses y franceses, siendo finalmente Francia quien la controló y la renombró como Saint-Domingue. Esta colonia se convirtió en la más rica del Nuevo Mundo, gracias a la producción de azúcar y a un sistema de esclavitud brutal.
Mientras tanto, en la parte oriental de la isla, los españoles convivían en condiciones de pobreza, lo que propició el mestizaje entre blancos, negros e indígenas. A finales del siglo XVIII, los esclavos de Saint-Domingue se rebelaron contra los franceses y, en 1804, Haití se proclamó independiente, convirtiéndose en la primera nación del continente americano en emanciparse. Sin embargo, Francia les impuso una deuda abrumadora que Haití tardó 122 años en pagar, condenando al país a la pobreza.
Mientras Haití se independizaba, la parte oriental permaneció bajo control español. En 1821, proclamó su independencia, pero esta duró solo 60 días, ya que Haití invadió el territorio en 1822. Durante los 22 años de ocupación haitiana, se intentó imponer el vudú, se prohibió el español y se forzó la adopción de cultivos ajenos. Estas medidas fueron percibidas como una «haitianización», lo que motivó a un grupo de jóvenes a fundar la sociedad secreta La Trinitaria para liberar la parte oriental. En 1844, proclamaron la independencia y fundaron la República Dominicana. Sin embargo, la lucha por la soberanía continuó por 12 años.
En 1861, la República Dominicana perdió nuevamente su independencia cuando Pedro Santana anexó el país a España, pero en 1865, tras una guerra de restauración, se recuperó la independencia. En 1916, Estados Unidos ocupó la República Dominicana y lo hizo nuevamente en 1965. A pesar de estos episodios, el país se ha consolidado como una de las economías más fuertes de la región. Haití, por su parte, sigue siendo el país más pobre del hemisferio occidental, con más del 60% de su población sin registro civil.
Hoy, la República Dominicana enfrenta presiones internacionales que intentan hacerla responsable de los problemas de Haití, sin fomentar una verdadera solución en el vecino país. En lugar de promover la democracia en Haití, un pequeño grupo de élites haitianas y potencias extranjeras se benefician de la pobreza, mientras la República Dominicana asume una carga injusta.
El sistema de salud dominicano está siendo afectado por la alta demanda de servicios médicos por parte de inmigrantes haitianos. Según datos de 2024, hospitales como el de Verón y la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia registraron un porcentaje de partos de madres haitianas que en algunos casos superaban en número a las dominicanas. Esto ha generado preocupaciones sobre el acceso a servicios de salud para los dominicanos.
El mercado laboral también ha sido afectado. La contratación de haitianos, en su mayoría sin documentación legal y con salarios bajos, ha desplazado a trabajadores dominicanos, especialmente en sectores como la construcción, agricultura y hotelería. Esto ha creado una competencia desleal que beneficia a una élite económica, pero perjudica a la clase baja dominicana.
Además, se han denunciado casos de fraude en la obtención de la nacionalidad dominicana, con malos dominicanos que declaran falsamente como hijos suyos a niños de madres haitianas, lo que pone en riesgo la seguridad jurídica del país. Recientemente, Estados Unidos suspendió los fondos de cooperación de la USAID destinados a programas en la República Dominicana, incluidos los que promovían la inmigración ilegal haitiana.
Si seguimos en esta situación los dominicanos prontos seremos extranjeros en nuestro propio país.
Distorsionar la historia y fomentar la inmigración ilegal no resolverá la crisis de Haití ni garantizará la estabilidad de la República Dominicana. La solución debe ser una intervención internacional en Haití que brinde ayuda humanitaria real, fomentando la creación de empleos a través de zonas francas y el desarrollo turístico. La República Dominicana podría contribuir construyendo una ciudad sanitaria en Haití, donde los haitianos reciban atención médica en su propio país. Los dominicanos están dispuestos a ayudar, pero debe ser cada nación en su territorio, respetando las costumbres y soberanías respectivas, cada quien de su lado ellos allá y nosotros aquí con la frente en alto y pronunciando con orgullo nuestro lema de Dios, Patria y Libertad.
La autora es abogada, analista de relaciones internacionales, con estudios en cooperación internacional