Por José Núñez.
Volvemos a manosear el tema de la Constitución, a pesar de que solo sé, que de la misma no conozco todos sus párrafos elementales, pero que sí he oído en innúmeras ocasiones, que mientras menos se le toca, mejores son los grados de desarrollo y fortaleza institucional del país en cuestión.
Es decir, que usted observando y estudiando cómo se trata y respeta la Constitución de cualquier nación, en esa misma medida se pueden obtener de manera inequívoca sus niveles de desarrollo institucional, y por ahí «María se va…».
En este contexto, el tema de la reforma a la Constitución dominicana nunca pasa de moda, y la misma es causada porque nuestros mandatarios de turno o inquilinos temporales en el Palacio Nacional, cuando ven que el juego va por más de la mitad o entrando a la inminente «curvita de la Paraguay», se les nubla la mente y cambian las reglas del juego a su favor.
Ya no importa la ética, ni mucho menos la forma de lograr ese objetivo, y es cierto, se basan «en los procedimientos legales que autoriza la Carta Magna para su propio cambio», donde generalmente han hecho una modificación exclusiva en un solo párrafo, el más gustoso a nuestros presidentes de turno para quedarse en el Poder.
Por supuesto, para haber logrado tantas modificaciones a la Constitución, se han conjugado ciertos niveles de popularidad de los presidentes en algunas ocasiones, las lisonjas y el inagotable Presupuesto Nacional (ese nunca se queda, participa con sus manos solidarias; antes, durante y después del proceso).
O sea, lo legal no parece estar en cuestionamiento, ahora bien, el o los métodos implementados sí. Siempre dejan a nuestros legisladores en el rumor popular negativo, moralmente por el suelo, y como siempre, existen las excepciones.
De ahí es que la legitimidad queda en paños menores cuando se reforma nuestra Constitución para beneficiar al presidente de turno, y como siempre han sido exitosas en el sentido de lograr el cambio o la modificación a la misma, y también han logrado quedarse más veces en el gobierno los que han propiciado el cambio que los que han perdido el Poder, eso motiva a sus adláteres y los propios mandatarios a no tener frenos.
Pero pierden de vista los que quieren hacer cambios interesados y exclusivos en la Constitución, que cuando el progreso de la sociedad civil ha alcanzado ciertos niveles de desarrollo, madurez e independencia institucional, además de que las organizaciones no gubernamentales se han ganado mucho respeto, éstas ponen al desnudo la ilegitimidad del proceso.
También, la presencia 24 horas en el activismo de los medios de comunicación en sus diversidades, juegan sus roles, a pesar de no haber obstáculos aparentes para modificar la Constitución, ya que en este caso el poder ha demostrado no tener límites y Don dinero que siempre ha sido y es bien deseado, entonces, el éxito en el cambio constitucional estaría garantizado.
Lo que ciertamente actúa como una Espada de Damocles es, que otra reforma constitucional obtenida así, con esos niveles de imposición, no va a tener legitimidad.
Y en estos tiempos tan cambiantes en las sociedades, donde la gente está empoderada de sus derechos y en hacer los reclamos de lugar con extremismos, cuidado con esas acciones tan fundamentales para el desenvolvimiento de la sociedad que no son consensuadas, ni apoyadas por la mayoría de la población, es decir, que son totalmente ilegitimas.
Eso es una bomba de tiempo, que más temprano que tarde provoca consecuencias negativas, es decir, que es sabido por muchos, que nunca los efectos de esos resultados serán positivos, y sus consecuencias son impredecibles tanto para el país donde se realice como para sus principales autores..