La Imagen de la Virgen de la Altagracia e inspiración a partir del Evangelio de San Mateo

Biblia y vida

Por Padre Manuel Antonio Garcia Salcedo

Arquidiócesis de Santo Domingo

Tome su Biblia en mano, o desde su dispositivo electrónico, ubique los capítulos 1 y 2 del Evangelio de San Mateo. Colóquese frente a la Imagen de la Virgen de la Altagracia. Estamos en su novena, y como peregrinos de la esperanza de este año jubilar 2025, contemplemos la Buena Noticia que ella irradia para todo el mundo.

La imagen de la Protectora y Madre espiritual del Pueblo Dominicano claramente está inspirada en los relatos del Evangelio de la Infancia de Nuestro Señor. Escrutamos el Evangelio de San Mateo capítulos 1-2 que constituyen una antesala y síntesis del resto del mismo Evangelio… el cuerpo del mismo es la explicitación de la sección inicial y final. Lo mismo podemos decir del Evangelio de San Lucas, siguiendo cada autor sagrado el plan correspondiente a la tradición teológica de dichas Comunidades Eucarísticas en que nacen cada uno. Hemos de destacar que la segunda parte de la obra lucana presenta en sus dos primeros capítulos un plan similar en paralelo al que podemos llamar el nacimiento de la Iglesia.

El cuadro de la Altagracia contiene, en rasgos muy específicos, todo y el mismo Evangelio, por lo que podemos llamar a estos relatos primeros de la Familia de Jesús y a sus primeros pasos: Prólogo cristológico, de tal manera que la respuesta nuestra sea de postración o adoración al Niño Recién Nacido quien es el Mesías, el Hijo de Dios.

La Protectora de nuestro pueblo en su imagen residente en Higüey compendia todo el mensaje que el Espíritu Santo ha comunicado a lo largo del Santo Evangelio: el medio por el cual llega la salvación que es la familia, el rol del padre y la madre en ella, la vida a respetar todo bebe y su misión sagrada como un Altar, la Casa de Dios que permite visualizar a la estrella de Belén. Luego se ha de dar el Paso de detallar el cuadro de arte sacro con su simbolismo, los detalles, las vestiduras, los objetos, las posturas, los rasgos físicos, el contexto y el sentido global del mismo.  

La Altagracia es la misma imagen que deben hacer vida la Madre Iglesia y sus Pastores al tener a la Eucaristía como centro y sentido de su existencia y misión en este mundo con vistas a la eternidad de paz y felicidad. El anuncio explícito de la imagen es la salvación, fruto que se ha de recibir.

Por la contemplación de la imagen altagraciana se muestra al verdadero Rey de los judíos que trae el perdón de los pecados anunciado a San José, por el Ángel del Señor que proclama al pueblo: no tengan miedo. Desde Galilea, guiados por la estrella, se manifestará el motivo de nuestra adoración, el Emmanuel, el Dios con nosotros nacido de la Virgen, el que siempre estará con nosotros hasta el final de los tiempos (Mt. 28, 18-20). Este es el mensaje del Evangelio Judeocristiano de San Mateo desde el principio hasta su conclusión.

Recibimos por la imagen de la Basílica higüeyana la tradición propia del Israel que confiesa a su Soberano Divino, reinando desde el mismo seno de su familia. Su Madre Reina le cuida hasta que su Hijo tenga la edad para asumir el Trono del sacrificio o la Cruz.

Las tinieblas del fondo del cuadro no podrán alcanzar, menos opacar, la luz que ha nacido en la historia, y que ya se despliega en este mundo… Oscuridad que se detiene y no avanza por la vigilancia y protección atenta de San José, hombre de bajo perfil ante el esplendor de la Esposa y Madre Virgen y su Único Hijo.

Hemos seguido en esta ocasión a San Mateo 1-2 para recibir el mensaje de la Altagracia. En el mismo no hizo falta la presencia de los Magos que siguieron la estrella, Ellos, en un momento primero, mostraron dependencia de los poderes temporales y opresores de aquel tiempo representados en el tirano local Herodes.

Los Reyes Magos pasarán voluntariamente al anonimato después de adorar al Niño, de dar testimonio de lo vivido ante los Padres Santísimos en el Portal de Belén, a una vida dedicada al servicio de los demás con el bajo perfil propio de los hombres grandes . Comprendieron aquellos hombres, dando todo lo más valioso que poseían a la Sagrada Familia, que no eran los dueños de la luz que se posó sobre el lugar del alumbramiento divino.

Nos toca a nosotros difundir esa luz, trabajar por la familia y hacer saber y compartir con los que no tienen residencia digna de vida que compartimos con ellos el pan del Altar de Dios. La Altagracia y su Sagrada Familia está con nosotros… comuniquemos y pongamos por obra la Buena Nueva de la Salvación. *Doctor en Teología Católica.  

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