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Padre Manuel Antonio Garcia Salcedo*
Biblia y vida
Arquidiócesis de Santo Domingo.
Abordaremos la Historia Deuteronomista contenida en las Sagradas Escrituras que enfoca la conquista de la tierra prometida como obra del mismo Dios vivo, único y verdadero en favor de su Pueblo, de la mano de los dirigentes que él mismo ha suscitado y mantiene al frente del mismo. Esta historia se contiene en los siguientes libros bíblicos:
JOSUÉ: Moisés no puede entrar en la tierra prometida por sus limitaciones. Lo hace su sucesor Josué, quien atravesará el río Jordán hasta renovar la Alianza en Siquem de Dios con su pueblo. Dos entradas a Jericó: la pacífica paulatina en el tiempo y la toma simbólica en términos litúrgicos de trompetas, procesiones y derribo de las murallas, una actualización del milagro del río Jordán y las muestras de la providencia divina durante la marcha por el desierto. Recién comienza la edificación larga y ardua del pueblo de la Alianza que aprende que lo difícil no es llegar sino permanecer y construir (cap, 1-9). No se ha de olvidar la intervención como constante de la Historia de la Salvación de una mujer que interviene favoreciendo el triunfo de los elegidos de Dios como es el caso de Rahab. Reaparecen los listados, esta vez en forma de relaciones tribales que demandan una organización de estas. Y se cierra la obra con la asamblea celebrada en Siquem como reproducción de la celebrada por Moisés en el Sinaí: YO Y MI CASA SERVIREMOS ALSERÑOR (cap. 10-24).
JUECES: los libertadores o cabezas de las diversas agrupaciones que formarán la futura nación santa tienen la misión de llevar a feliz término la secuencia histórica que se suscita cuando el pueblo y sus cabezas dirigénciales se alejan del Señor, Cuando esto ocurre viene la debacle total. Se han alejado de las directrices del Espíritu de Dios. Entonces el mismo Señor suscita un nuevo jefe que salvará de sus enemigos a los hijos de Israel. Pero se alejan y vuelve la desgracia con el ataque de las tribus y naciones enemigas circundantes. Un interesante listado de jueces o líderes de las tropas se debaten contra los enemigos armados y religiosos: Otoniel, Deborah, Gedeón, Jefté, Sansón, De estos cuatro últimos la Juez Deborah, ejemplo de valentía y del rol de la mujer de asumir cuando ya las fuerzas de los hombres no podían más con el combate, y su cántico de alabanza litúrgica. Del coraje por la patria, el apoyo en la fe en el único Dios y del emprendimiento como restaurador social, Gedeón. El cumplimiento de los compromisos, incluso sacrificar a lo más querido como fue Jefté y su hija, y el milagroso nacimiento de un caudillo consagrado a Dios que traería la justicia a un pueblo azotado por los enemigos como fue Sansón y el hecho que le costó la vida. Al recorrer la Antigua Alianza como establecimiento y defensa de la tierra prometida por parte del pueblo de Dios, nos percatamos de que es una preparación y el sentido de la venida de nuestro Señor Jesucristo, nacido de María Virgen y su Iglesia. A continuación de la conquista, Tres colecciones de géneros literarios y tradiciones diversas organizados en dos tomos cada uno: Samuel (el último y más grande de los jueces), Reyes (Descendencia real de David) y de Crónicas.
I LIBRO DE SAMUEL: Narraciones en torno a tres importantes personajes: Samuel, Saúl y David. Inicia la historia de la infértil Ana que queda encinta por el favor de su Dios Yahvé, a quien consagra ese hijo bajo la custodia del Sacerdote Helí. A temprana edad es llamado a servicio el infante Samuel con la triple llamada divina y respuesta del joven con su «habla Señor, que tu siervo escucha» (cap. 1-3). Israel sucumbe ante sus enemigos, y Samuel convoca al pueblo para recuperar su dominio (4-7). Pero esto no es suficiente para la mayoría que mira con ambición el esplendor de las naciones circundantes y pide un rey que los gobierne, pese a la protesta de Samuel. Saúl, fuerte guerrero, es ungido por el mismo Samuel, pero es muy grande el cargo. Vértigos, desvaríos y egolatría hicieron presa de Saúl y fue descartado como rey (8-15). David entra en escena, después de ser separado Saúl del trono, a pesar de su negación y persecución al nuevo rey ungido por el mismo Samuel, quien derrota al gigante Goliat y a los filisteos siendo el menor y más débil de la descendencia de Jesed. Dios no mira las apariencias, el pasado o las limitaciones, sino al corazón del hombre. David respeta la vida de su persecutor Saúl, su antiguo mentor y superior, pero no así los enemigos de Israel que dieron muerte en el campo de batalla junto a sus tres hijos Jonatán (amigo de David), Abinadab y Malquisua, descendencia completa de Saúl (16-31).
II LIBRO DE SAMUEL: Narra el desarrollo de las cruzadas de David en la conquista de su reino. conflictos armados internos. El establecimiento del culto al único Dios Yahvé por parte de David que danza por las calles con el Arca de la Alianza que guardaba la Ley Santa, las guerras con otras tribus y naciones, se desarrollan como entramado que se teje en el reinado de David (Cap. 1-7). El mismo profeta Natán reprocha al rey del pacto de Dios que exalta el capítulo 7 y el Salmo 88. Ha pecado David, el ungido de Yahvé. Ha tomado a la mujer de Urías, después de deshacerse de su mejor aliado. Perdonado el rey tras hacer pública penitencia, la espada nunca más se apartará de su casa monárquica, la grave consecuencia del pecado cometido aún fuese perdonado (8-15). Las consecuencias de los pecados sociales no se extinguen fácilmente. La muerte del hijo subversivo Absalón y la renovación de la fidelidad de David a la Ley de Yahvé concluyen el libro (16-24).
I LIBRO DE LOS REYES; Inicia con las últimas horas del rey David a quien sucede no sin contiendas fuertes Salomón, el hijo de Betsabé, quien fue esposa del asesinado Urías. El sucesor al trono tiene la misión de terminar la construcción del templo de Dios en Jerusalén. (1-8). Su esplendor y poderío crece por la gracia de Dios, pero el rey sabio se deja atrapar por las costumbres de las naciones circundantes con un sin número de esposas de cultos diversos e impuestos sofocantes al pueblo para mantener aquel esplendor del Reino y sus funcionarios (9-10). Anuncia el profeta Ajias el cisma de la nación de Dios, se divide el reino, norte y sur, en torno a los templos y sus tradiciones respectivas, así como a las facciones de mando en pugna. El reino del norte sigue a otros dioses. Su ruina está anunciada por Ajias, aunque se sucederán las dinastías paralelas en los dos reinos por un buen tiempo (11-16). El movimiento profético oral llegado a Israel de otras naciones bajo la modalidad monoteísta entró en auge ante el declive de las instituciones del reino del norte y de Judá. La injusticia era cada vez más patente y no se veía solución, al contrario, empeoraba todo. Elías profeta asume la segunda parte de la presente obra denunciando la idolatría hacia el dios de la fertilidad y la prostitución sagrada. Elías habitará el desierto ante la persecución, auxilia a la descendencia de la anciana viuda con la multiplicación de los alimentos, resucita al joven y denuncia el culto idolátrico real poniéndolo en ridículo y demostrando su esterilidad. Todo esto será el anuncio profético carismático de la espera y añoranza del mesías rey para Israel. Mueren todos los Profetas de Yahvé asesinados por el rey y su consorte quien asume directamente este rol contra quienes atentan contra sus intereses (17- 19). Jezabel, la reina prostituida por su sed de poder y de asesina de los mensajeros de Dios será el contrasigno para toda la historia de los pueblos en que la mujer asume un rol dominante, manipulador y oscuro de los destinos de una comunidad creyente por encima del rey, eliminando a los profetas de Dios y perpetuándose en el trono. Más tendrá un destino fatal a pesar de que la gran ramera sustentaba a muchos falsos profetas por ser usurpadora, tal como presenta el relato clásico de la Viña de Nabot.
II LIBRO DE LOS REYES: Presenta litúrgicamente el final de los días del profeta carismático de todos los tiempos, Elías, quien sube al cielo en un carro de fuego. No prueba la muerte, el Espíritu Santo que lo habita es eterno e inmortal, y es comunicada una porción del mismo a su discípulo y sucesor, el Profeta Eliseo, quien ocupa su lugar en este libro. También Eliseo anuncia a un futuro Mesías Rey, obra milagros con el aceite, resucita al muerto, sana en el rio al extranjero Naamán, el sirio, y al igual que en tiempos de Elías, hubo que superar tiempos fuertes de hambre y guerra (cap. 1-8). Todo mal llega a su fin. Eliseo consagra el reino de Israel del norte a Jehú. Mueren a espada los malvados, su esposa nefasta Jezabel y su familia. El rey Jehú hace una verdadera purificación y reforma del reino, mientras se suceden los reyes en ambos reinos divididos a pesar de tener la misma fe en el único y verdadero Dios (9-16) hasta que llega el final del reino del norte y luego el reino del sur con varios destierros de sus reyes, sacerdotes y familias principales de ambas naciones a Babilonia, destrucción de la ciudad santa de Jerusalén y el templo de Dios. Entonces vendrán los tiempos de la espera del favor de Dios. *Doctor en Teología Católica.