Por Edwin Andres vasquez piña.
A propósito de los pronunciamientos del obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Santo Domingo, monseñor Jesús Castro Marte, hizo a los dirigentes políticos a respetar la ley ante una posible modificación constitucional.
Advirtió que en el país podría producirse un “desequilibrio en la estabilidad y el sector del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que se opone a una modificación constitucional para permitir la reelección del presidente Danilo Medina.
La iglesia Católica ha desempeñado un rol importante en la evolución política de la nación desde antes del nacimiento de la Republica. En efecto, desde el Sermón de Montesinos en el 1511 y las predicas del Padre Las Casas iniciadas a finales de 1510, la iglesia ha mantenido una influencia política permanente, razón por la cual se ha convertido en uno de los principales centros legitimadores del poder político en la República Dominicana. Hasta el extremo que en momentos críticos algunos de sus representantes han tenido que asumir el mando de la nación.
Tales fueron los casos de Fernando Arturo Meriño (1880), Monseñor Adolfo A. Nouel (1911) y Monseñor Eliseo Pérez Sánchez (Miembro del Consejo de Estado de 1962).
La iglesia mantuvo muy buenas relaciones con la tiranía trujillista. Aunque las mismas empezaron a deteriorarse en 1959 como consecuencia de una serie de factores tanto internos como externos que vislumbraban una caída inminente del régimen.
En el Estado populista iniciado con el ajusticiamiento de Trujillo la iglesia se adentro en un trabajo de acción social con el objetivo de controlar el poder político. Empezó una competencia directa con los comunistas por el control de la Opinión Publica. Mientras en las elecciones de 1962 trató de cerrarle el paso al Profesor Juan Bosch, candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), quien fue acusado de comunista por el Padre Lautico García.
Durante el proceso electoral de 1962 los representantes de la iglesia dejaron explicito su repudio al programa político sustentado por el PRD y su adhesión a la Unión Cívica Nacional. Eso corroboró a que la iglesia se convirtiera en el principal centro de oposición al régimen perredeista, formando un movimiento de reafirmación cristiana a nivel nacional que le sirvió de incentivo a los militares y sectores burgueses tradicionales para la perpetuación del “Golpe de Estado” del 25 de septiembre de 1963.