Por Roberto Veras.
Todos tomamos decisiones, algunas son buenas y otras son malas. ¿Alguna vez has pensado en hacer algo nuevo y sabías que implicaría mucho trabajo y compromiso? Algunas decisiones afectan a otras, bueno, debo decir que la mayoría de las decisiones afectan a otras de una forma u otra.
Algunas decisiones son para toda la vida, estas son decisiones que cambian la vida. Otras decisiones son diarias y menores. Llamaremos a estas decisiones de aprendizaje. Otras decisiones afectan nuestro carácter y las llamaremos decisiones morales. Hay decisiones que nos afectan en nuestro nivel más profundo, decisiones en la búsqueda del alma.
Cuando somos jóvenes, tendemos a pensar poco en las decisiones que tomamos y cómo afectarán el resto de nuestra vida. Muchos jóvenes toman el camino fácil y toman decisiones que nos cuestan mucho a medida que envejecemos.
Abandoné la escuela a una edad temprana y esa decisión me costó mucho y más adelante en la vida tuve que trabajar mucho más para compensar la diferencia. Una decisión que me cambió la vida y que tomé a una edad temprana, pensé durante mucho tiempo, fue dejar mi hogar.
Se me ocurrieron todo tipo de razones, pero en realidad todo se redujo a un espíritu joven e inquieto que pensaba que el mundo era suyo y no conocía ningún peligro.
Las decisiones que cambian la vida no ocurren todos los días, pero cuando ocurren, su vida cambiará de dirección para siempre. Algunas decisiones nos afectan a todos y otras decisiones afectan solo a quienes nos rodean, pocas decisiones afectan a una sola persona.
Las decisiones de aprendizaje comienzan cuando tocamos una estufa caliente o subimos a una rama que es demasiado floja para sostenernos. Aprendemos rápidamente de ese tipo de decisiones. Estas son todas las pequeñas decisiones que tomamos todos los días y nos ayudan a aprender.
A medida que pasa el tiempo, crecemos en la dirección de las decisiones que elegimos. Si decidimos tomar algo que no nos pertenece, al principio puede ser una decisión pequeña, pero la próxima vez que tengamos la tentación de robar se convierte en una decisión que debemos rechasar. A menos que tomemos una decisión deliberada y difícil de detener, puede convertirse en un hábito.
Lo mismo ocurre con las buenas decisiones, si continuamos tomando buenas decisiones, también pueden convertirse en hábitos, solo buenos hábitos.
Cuando miro hacia atrás en mi vida he podido ver que las malas decisiones se encontraron con problemas y las buenas decisiones con recompensas.
No podemos recuperar lo que acaba de suceder, pero podemos buscar la mejor decisión en el futuro. Por ejemplo, cuando reciba una cortada en cualquier parte del cuerpo, pasará poco tiempo antes de que se presente el dolor y la conmoción, intente usar ese tiempo para obtener atención médica o limpiar la herida antes de que le duela demasiado.
Lo mismo es cierto con las malas decisiones que tomamos. Si hacemos correcciones rápidas, las consecuencias resultantes no serán tan malas. A medida que nos hacemos mayores y más sabios, tratamos de aprender de las decisiones que otros tomaron. Miramos a aquellos que tuvieron éxito en la vida para ver qué decisiones tomaron.
Las decisiones morales son los procesos de aprender lo correcto de lo incorrecto y tomar decisiones que siguen los caminos que elegimos. Un hogar cristiano es el mejor lugar para aprender sobre buenas decisiones morales. No había mejor maestro que Jesús y la Biblia para aprender sobre lo correcto y lo incorrecto. Siendo de un hogar cristiano, sé que esos valores permanecieron conmigo durante toda mi vida.