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Biblia y vida
Por Padre Manuel Antonio García Salcedo
Arquidiócesis de Santo Domingo
I –II CRONICAS: El destino del Pueblo de Dios está en relación a la manera en que se prioriza el cumplimiento de las leyes del Dios único y verdadero, misericordioso y justo, y la fidelidad al culto como familia de creyentes. Asi por igual ocurre con los católicos. Los siguientes libros bíblicos, después del Pentateuco y la historia deuteronomista abordan las genealogías propias de los círculos sacerdotales que compendian cinco siglos desde Adán a la descendencia de David que sucumbe en el desierto, y continuará con la reconstrucción de Israel como Pueblo de Dios, la restauración posible por su religión santa.
Para el tiempo del Imperio Persa que absorbió los territorios del medio oriente, la nación elegida era solamente una provincia más. Los tiempos de David Rey estaban muy lejos. Las perspectivas de futuro eran muy limitadas, aunque se permitía el culto a Yahveh, a diferencia del absolutismo religioso babilónico. El sueño era más persistente: la llegada del Reino de Dios, sus sacerdotes darían las luces. Todo había de centrarse en el Templo y el cumplimiento de la ley de Moisés de tal forma que se manifieste el Mesías o Salvador definitivo, El hijo de David.
Mucha paciencia para recorrer ambos Libros de las Crónicas que presentan el listado teológico de la descendencia de Adán, Abraham, Israel, Judá, las 12 tribus con sus respectivas genealogías hasta llegar a Saúl, David y sus herederos. En el segundo libro se da realce al Reinado de Salomón como un tiempo de prosperidad importante y las consecuencias que afrontar en el cumplimiento de la ley de Dios. Los últimos tramos dejan entrever la motivación necesaria para la reconstrucción del proyecto de Nación querido por Dios.
ESDRAS Y NEHEMÍAS: Agricultores y otros pobladores del Pueblo de Dios no fueron desterrados a Babilonia, pero no tenían sacerdotes ni cabeza que les pastorearan. Pasados los años de cautividad en Babilonia, vuelve un grupo de familias de los desterrados que mantuvieron su fe en el Dios de Abraham que los había constituido en una nación elegida en la espera del Mesías.
De moral muy estricta, trabajadores responsables, diferenciados intencionalmente de los demás pueblos, con ritos exclusivos que debían ser cumplidos en forma cabal, algunos de los repobladores eran radicales observantes, mientras que otros asumieron lo mejor de los diversos pueblos que les circundaban. Todo esto ocurrió a raíz del decreto de Ciro, el Persa en el año 538 AC.
Una de las primeras preocupaciones fue reedificar el Templo, las murallas de Jerusalén, la defensa del pueblo contra los enemigos que querían apoderarse de esos territorios, la aplicación un siglo después de la ley de Moisés.
Será Nehemías quien termine, después de muchas dificultades, las murallas de Jerusalén, la divulgación constante de la ley de Moisés, de la cual brota su llamado como cabeza del pueblo, y la aplicación de la justicia en favor de los más desfavorecidos, a la vez que mueve a quienes manejan mayor abundancia de bienes a disponer de ellos en beneficio de los pobres de Israel.
ISAÍAS: El profeta Isaías, el más extenso de todos en este género, abarca el periodo del Destierro, la vuelta y el recuperar la identidad religiosa que va ligada al restablecimiento de la nación. Entre todos los dioses que han conocido en el cautiverio el Señor es el Dios de los dioses. El problema permanente es el culto vacío, hueco, solo de palabras y actos externos. La vida va por otro rumbo y el corazón está vendido a muchos intereses ajenos y fuera de la ley. El movimiento profético llega a Israel y a Judá, los reinos divididos después de la muerte del Rey Salomón, de pésima administración y carestía general en sus últimos años.
En el sur la escuela del Profeta Isaías comienza su labor de denuncia. Los discípulos marcan la pauta para aquellos que han de volver de Babilonia décadas después y un último conjunto de escritos tienen la intención de dar fortaleza y fidelidad de parte del Dios vivo a esta empresa nacional.
Nos referimos a la división clásica del primer, segundo y tercer Isaías. Se han agrupado en un solo tomo actualmente, con inclusiones variadas de otras épocas y géneros literarios, apocalípticos y poéticos entre otros.
En la próxima entrega, al iniciar una aproximación a los libros proféticos, veremos como estos narran el verdadero origen, desarrollo y luchas del Pueblo de Dios en pos, no solo de su supervivencia, sino afianzar su identidad de nación santa, estirpe elegida y sacerdocio real, signo de salvación para todos los pueblos de la tierra. *Doctor en Teología Católica.