El futuro de las tierras raras en la República Dominicana como amenaza y oportunidad

Por Ramón Peralta

Las tierras raras es el nombre común de 17 elementos químicos: escandio, itrio y los 15 elementos del grupo de los lantánidos. Este grupo de elementos es esencial para la fabricación de muchos dispositivos tecnológicos y es importante para la electrónica, la medicina y las energías renovables. Teniendo en cuenta la importancia de estos recursos y la información de que la República Dominicana posee reservas potenciales de alrededor de 100 millones de toneladas, se le presentaron algunas sugerencias al expresidente Leonel Fernández sobre la responsabilidad en la transparencia con la que debe manejarse este producto. Dependiendo de cómo se extraigan y se comercialicen, las tierras raras pueden ser una bendición para la República Dominicana o una maldición.

Para conocer la importancia de este conjunto de elementos, citaré a la experta en diplomacia y comercio internacional Dewrys Montero, quien explica: “La creciente demanda, impulsada principalmente por los vehículos eléctricos y las energías renovables, ha colocado a países como Chile, Bolivia y Argentina en una posición estratégica debido a sus vastas reservas de litio. Sin embargo, este protagonismo ha atraído el interés de potencias como China, que ha consolidado su liderazgo en la cadena de suministro al asegurar el control de la extracción, procesamiento y fabricación de baterías”. Como bien explica Montero, el litio, que es un elemento de las tierras raras, se ha convertido en una de las armas económicas más poderosas de China. Esto explica la visita de Marcos Rubio, enviado especial del presidente Trump, lo que indica el interés de Estados Unidos en no permitir que China se adelante en la explotación de las tierras raras dominicanas.

Estados Unidos no desea que el litio que pueda explotarse en la República Dominicana quede bajo control chino, como explica Dewrys Montero, quien advierte que América Latina enfrenta una dualidad: por un lado, tiene la oportunidad de lograr un desarrollo económico basado en sus recursos, pero, por otro, enfrenta los riesgos asociados con el control extranjero, especialmente de China, y los problemas geopolíticos derivados de esta dependencia.

En este sentido, el presidente Luis Abinader debe tener claro que el mercado global del litio, derivado de los elementos químicos de las tierras raras, ha generado conflictos geopolíticos entre China, que tiene una posición dominante, y Estados Unidos y la Unión Europea.

La lucha por el control de las tierras raras estará marcada por las políticas estratégicas de los países productores y las acciones de las grandes potencias, quienes deberán equilibrar el desarrollo económico, la sostenibilidad ambiental y la seguridad energética.

Nosotros planteamos que, además de las propuestas del presidente Fernández para preparar a los recursos humanos dominicanos, no nos limitemos a otorgar la concesión total a un solo país. Debemos explorar la posibilidad de asociaciones con otras naciones, aparte de Estados Unidos, y realizar una profunda investigación en los países del triángulo del litio para aprender de sus errores.

Entre las medidas que proponemos está la de promover que nuestro cuerpo diplomático acreditado en Chile, Argentina y Bolivia investigue las oportunidades de mejores negocios en el sector de las tierras raras. Además, proponemos que, en algunos de estos países, al menos un funcionario de la misión diplomática esté capacitado en temas medioambientales, porque, si vamos a explotar nuestras tierras raras, debemos cuidar nuestro ecosistema. No podemos cambiar nuestra calidad de vida por el dinero que los grandes países disfrutarán.

La República Dominicana, con la preparación de sus técnicos, no debe cometer el mismo error que con el oro de la Rosario y otros contratos mineros. Debe garantizar que cualquier contrato de explotación mantenga autonomía, permitiendo al Estado impulsar el desarrollo de una industria local que agregue el mayor valor posible dentro de sus fronteras. Esto incluye no solo la extracción, sino también el procesamiento y la fabricación de baterías, lo que generaría más empleos y reduciría la dependencia de las exportaciones de materia prima. En lugar de solo extraer el litio, debemos fabricar dentro del país las baterías para carros eléctricos y otros instrumentos derivados de este material.

Con la posible explotación de las tierras raras, la República Dominicana debe modificar la ley de medio ambiente, estableciendo nuevas regulaciones ambientales estrictas para mitigar los impactos negativos de la extracción de litio. La explotación de las tierras debe ser más sostenible y las tecnologías de reciclaje de baterías deben ser incentivadas para reducir el impacto ambiental.

Con el anuncio de la existencia de tierras raras, podemos afirmar que el presidente Abinader tiene la oportunidad de convertirse en el gobernante que abra la puerta al desarrollo real del país o en el sepulturero que entierre la nación en una ruina de contaminación y pobreza.

De la transparencia en esas negociaciones y la responsabilidad medioambiental dependerá si la República Dominicana vive plenamente o muere aceleradamente.

El autor es consultor político y experto en geopolítica y  relaciones internacionales

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