Por José Núñez.
Este domingo 6 de octubre, cuando se dé formal apertura a las elecciones internas a través de la modalidad de Primarias Abiertas, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), la Obra Cumbre (llamada así por su fundador) del organizador y formador político de más alto relieve en América Latina y cuidado, el Profesor Juan Bosch y Gaviño, se enfrenta a un reto que va más allá de su rol momentáneo, coyuntural o de grupos.
Es que estamos hablando de si se derrumba toda una historia de mística, de disciplina, de sacrificios políticos personales de décadas, y el valor de los méritos alcanzados por un puñado de hombres y mujeres jóvenes de la crema innata de la política nacional, que formaron al PLD en un primer momento, y por una cantidad un poco mayor en una segunda etapa, aunque no se llagó en esas dos etapas primarias de crecimiento a 20 mil militantes.
Por eso, es inexplicable, muy cuestionable por irracional, la selección hecha por un estratega de la dimensión, cualidad, experiencia y certificación dada por todos, que hizo el líder del grupo con este delfín, por cierto, el de menor historial político entre sus acólitos precandidatos, sin o muy poca militancia activa, es más, sin ningún mérito institucional que exhibir dentro del PLD; pero ninguno.
Señores, fue seleccionado un precandidato frente a figuras del calibre e historial con méritos de un Temístocles Montas, Reinaldo Pared Pérez y/o, un Amarante Baret, que usted puede estar de acuerdo o no con ellos, pero que nadie osa en cuestionarles sus hojas de militancias y formación política, y hasta frente a un Francisco Domínguez Brito, que se convirtió en la mejor opción entre el grupo de los seis para quedar bien frente a una resiliencia de Leonel Fernández.
En el caso de Domínguez Brito, era un imposible que lo señale, porque solo él con sus debilidades de desarrollo político, podía pensar que no siendo parte de ese grupo del salinismo, le iban a poner en sus manos una estructura formada con fuerte raíces de sectarismo.
Por las causas e intereses que fueran, el partido morado se la está jugando entre la certeza y dar un salto al vacío, entre la seguridad y el ver qué sucede, entre el choque con el traspaso de un nuevo liderazgo inmerecido y la estabilidad en retomar la institucionalidad, entre incrementar el grupismo o extirparlo como predicó Don Juan Bosch.
También, se está jugando en el PLD con la imprecisión al seleccionar un precandidato sin ninguna experiencia política y con delatadas debilidades en el conocimiento de los temas fundamentales de la sociedad, es decir, con los más importantes.
En este contexto, suerte que las aspiraciones del delfín, parecen esfumarse, porque de resultar victoriosas, se pondría en un inminente riesgo la conducción con precisión y visión del destino nacional, de lograr este grupo del danilismo su objetivo con un improvisado frente a un coloso de las dimensiones naciones e internacionales, como lo es Leonel Fernández.
También, es que están enfrentando al Presidente del PLD y al líder más compacto del país, un expresidente de tres períodos exitosos en sus gobiernos, además de tener un prestigio internacional con reconocimientos cimeros entre sus iguales, donde las encuestas lo presentan como la mejor opción del partido gobernante para retener el poder político.
Esta situación, tiene que llevar a reflexión a todos los dominicanos, porque si fuera cualquier otro dirigente que esté aspirando, con tantas, iguales o más condiciones dentro del PLD que Leonel Fernández, también cosechando sus méritos, pero sin ser un expresidente de varios períodos exitosos, ni el Presidente del partido, independientemente de su popularidad, simplemente, lo hubiesen pisado tal cual una basura mal colocada en la vía pública.
En definitiva, entrado ya en la curvita de la Paraguay, la militancia peledeísta y la mayoría del pueblo dominicano, se van a poner a la altura de las circunstancias y le van a devolver a toda la Nación, la tranquilidad que se requiere con la escogencia del candidato que representa o garantiza nuestro presente y el futuro inmediato, con una perspectiva de largo plazo; ese es, Leonel Fernández.