Por Roberto Veras.
Ninguna nación puede sobrevivir sin una ética y una base moral sólidas. Son la fuerza motriz que moldea los comportamientos individuales dentro de una sociedad. Si bien la ley escrita responsabiliza a las personas por sus acciones, la ética representa un sistema de autogobierno que permite a las personas vivir juntas y preservar la paz de la comunidad.
Debido a la ética, hemos logrado un estado de equilibrio que nos enseña cómo comportarnos cuando el ojo vigilante de la ley no está disponible. Sin embargo, en la sociedad actual, la ética parece haberse erosionado. La mayoría de las veces, las personas ya no respetan las reglas no escritas que aseguraron su coexistencia pacífica.
Puede parecer una imagen sombría, pero a juzgar por cómo van las cosas en este momento, la ética y la moral parecen una especie en peligro de extinción. Uno de los signos más visibles de que tenemos un grave problema de ética se encuentra en la vida de nuestro país: el Gobierno.
El gobierno es la parte de Republica Dominicana donde mejor se puede observar el deterioro de la ética y la moral. Es aquí donde la codicia, el interés personal y la corrupción se han apoderado de los estándares y comportamientos rigurosos que una vez prevalecieron.
La ética y la moral están a punto de extinguirse en el gobierno de hoy. En lugar de abordar y resolver algunos de los problemas más estrictos del país, los políticos desfilan frente a los ciudadanos, incitándolos a ponerse unos contra otros.
Como resultado, estamos profundamente divididos en todos los temas posibles, desde el aborto y el matrimonio, hasta las armas, las políticas, los inmigrantes, el derecho a la privacidad e incluso a Dios.
Afortunadamente, hay algo en lo que todos podemos estar de acuerdo: el país va en la dirección equivocada. La evidencia de la crisis de ética de República Dominicana se puede ver en todas partes, desde el mundo de los negocios hasta en nuestra política.
Sin embargo, nuestro comportamiento personal y social ha mejorado significativamente en las últimas décadas. Aunque no lo parezca, somos menos racistas y sexistas que hace tres décadas. Los índices de delincuencia, muertes por conducir ebrios, divorcios, embarazos de adolescentes y violencia doméstica también han bajado.
Una explicación podría ser que si bien estamos divididos con respecto a temas nacionales importantes, hemos entendido que si queremos vivir en una comunidad pacífica, debemos mantener nuestra conducta bajo control. Hemos entendido que unidos podemos trabajar y funcionar mejor. No permitamos que la elite nos divida. ¡Unidos somos mejores y más fuertes!