MISTERIO PASCUAL EN EL NUEVO TESTAMENTO. Semana Santa 2025

Biblia y vida

Padre Manuel Antonio Garcia Salcedo*

Aquidiocesis de Santo Domingo

Tomemos nuestra Biblia, pues los días de Semana Santa son para ello, y estudiemos y oremos los fundamentos del Nuevo Testamento que dan sentido a la Fe Cristiana cimentada en el Miisterio de la Pascion y Muerte en Cruz, la Resurrección, el Envio del Espíritu Santo y la Presencia de Cristo operante en los Sacramentos de la Iglesia. Seguiremos las pautas de los escritos del Doctor en Teología Patrística, el Franciscano Cardenal Raniero Cantalamessa, en especial, el Misterio Pascual, de la editorial EDICEP.

1.    CRUZ DE CRISTO REDENTOR

La vida de Jesús, misión en obediencia radical al Padre Celestial, sin condiciones hasta las últimas consecuencias, en especial ante las resistencias a su mensaje y a su acción por parte de los contrarios al Reino de Dios, que se  manifiesta  en la supresión violenta de su persona (Mc 12,6-8) por la muerte en cruz, injuriosa e infame, no fue un fracaso, sino que estuvo enmarcada dentro de los designios eternos del Padre (Heb. 2,23;2 Cor 5,18).

Jesús no es un vidente que descifra un porvenir que está para desarrollarse, sino que es el Enviado del Padre, quien por medio a su lenguaje y a su comportamiento, consciente de su misión y del resultado que va a obtener, en virtud de su Hora (Jn 2,4; 7.30; 8,20; 12,23; 13,1; 16,32; 17,1), que él no anticipa, deja al Padre (Mc 13,32), la medida de su existencia.

Consciente de que iba al encuentro de una muerte cruel y un destino doloroso en y por algunas circunstancias de su ministerio, tales como la violación del sábado (Mc 2,23-28) y la acusación de blasfemia (Mc 2,7), enseña a  sus discípulos la experiencia de su Pasión (Mt 16,21; Mc 8,31; Lc 9,22) como paso del sufrimiento a la Hloria (Lc 24,26), participación del bautismo y el cáliz que les aguardaba en el contexto de la parábola de los viñadores homicidas (Lc 12,49-50).

DEBE ACLARARSE que la existencia de Jesus no es anticipación de la Pasión, ya que la «Hora» conserva en todas las circunstancias su auténtica temporalidad. Privarlo de la posibilidad de confiarse al destino de Dios y hacerlo avanzar hacia un fin conocido de antemano y distante solamente en el tiempo equivaldría a despojarlo de su dignidad de hombre.

Jesús acepta su propia muerte sin dudar de Dios, su Padre, ni escandalizarse de él, asegurando incluso a los discípulos que el Señorío de Dios se realizaría plenamente, prometiéndoles continuar con ellos el Banquete del Reino de los Cielos (Lc 22,14-18), es decir, la Celebración de la Eucaristía.

La prueba esencial de ello es el huerto de Getsemaní, un «caer en tierra» (Mc.14,35), con «terror y abatimiento» (Mc.14, 33), constituye el comienzo de la Pasión de Jesús y el inicio del ataque violento del pecado del mundo en la existencia corporal, psíquica y personal del único mediador entre lo eterno y lo temporal.

En el huerto de Getsemaní no ocurrió aquello de lo que Abrahán en nombre de todo el Pueblo de Dios, Isaac, fue exonerado. Dios entrega por amor a su Hijo único, Jesucristo (Rom. 8,32; 2 Cort. 5,21), que asume activamente a su vez con amor nuestros pecados y nuestra maldición (Gál. 3,13; Col. 2,13) ejecutando el juicio divino sobre el «pecado», concepción bíblica de la muerte, entendida como salario del pecado, signo de la rebeldía del hombre contra Dios y, por tanto, acompañada siempre por la separación del hombre de Dios, lo que explica el miedo de Jesús.

2.    RESURRECCIÓN (Aναστασις)

El Hijo en su misión, que viene del Padre, ha de volver a Él, exaltado el día de pascua. Misterio Santo de la Encarnación y de la Resurrección (inicio y conclusión de la vida terrena del Salvador), que se indica y se representa por medio de categorías únicas, ya que el lenguaje y la experiencia humana no poseen analogías que sirvan para demarcar las realidades sobrenaturales que se realizan en una total ausencia de testigos humanos, a excepción de la colaboración en la concepción de la Virgen Madre María.

Muy distinto de la reanimación de un cadáver, la resurrección de Jesús indica el paso de una forma de existencia mortal (Rom. 6,10) a otra forma de existencia en la gloria eterna del Padre (1 Pe. 3,18); respuesta de Dios, que declara redentora, iluminando y dando sentido a la muerte en cruz de Jesús y al tránsito del sepulcro, llevando a la confesión de fe de que el Crucificado está vivo y exaltado también en su cuerpo sufrido y  glorificado, clara continuidad entre Jesús de Nazaret y el Resucitado, documentación por la cruz de la resurrección (Lc. 24, 39; Jn. 20, 27) y presente en el Santísimo Sacramento del Altar.

Jesús por su propia virtud resucita, por iniciativa del Padre, la manifestación más grande de su poder (Ef. 1,19-20; Rom. 6,4), donde el Espíritu Santo es el instrumento y canal para distribuir su eficacia en la Iglesia y en el cosmos.

Resurrección es Transfiguración del Siervo Doliente al Mesías Glorioso, convertido en principio de salvación eterna por el encuentro con los discípulos como puro don en la Palabra y en el Signo Eucaristico, del saludo y en la bendición, en la misión, en la fundación de una nueva comunidad (Mt. 28,18 He. 2,33 Col. 1,15-17 Heb. 9,24).

3.    EL FRUTO DEL MISTERIO PASCUAL: LA EFUSIÓN DEL ESPÍRITU 

El misterio de la pascua muestra la existencia terrena de Jesús en la carne, autónoma en su debilidad, y sus limitaciones, sometida a la muerte, superándola con la efusión plena del Espíritu de vida divina infinita.

Una nueva forma de existencia, cuyo principio es el Espíritu Santo que resucitó de entre los muertos a Crsito, dando totalidad  a la misión del Hijo  comunicada a los Santos Apóstoles el día de la resurrección (Jn. 20.22) como un nuevo Genesis, dando un paso adelante al soplo vital del Adán que inicia su vida terrena (Gen 2,7), hasta llegar a una nueva acción del Espíritu, que transforma el Cuerpo de Cristo, el segundo y definitivo Adán, convertido en principio y prototipo de la nueva estirpe humana resucitada como espíritu vivificante (1 Cor 15,45).

Cristo ha sido resucitado en El Espíritu para que todos los hombres sean libres de toda esclavitud por el principio de moral pascual, muerte al pecado y novedad del Espíritu de libertad en el amor (2 Cort. 3; Gált. 5,19-25; 1 Cort. 13) que potencializa la sabiduría, la práctica heroica de las virtudes humanas y la justicia legal.

4.    EL MISTERIO PASCUAL SE VIVE POR LA VIDA SACRAMENTAL DE LA IGLESIA

La gracia divina fluye del Misterio Pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, el acto mismo de la redención para vivir una existencia pascual por los sacramentos de la Iglesia, en concreto por:

+ El Bautismo o la unión permanente con Cristo en la muerte y nueva vida (Cf. Rom. 6,4; cf. Ef. 2,8; Col. 3,1; 2 Tim. 2,11) como sacerdocio real universal (cf. 1 Pe. 2,4-10) para ofrecer la propia vida como hostia viva, santa y grata a Dios (Rom. 12,1).

+ La Eucaristía, unida indisolublemente al Sacerdocio Ministerial u Ordenado, el  Sacramento, cuyas palabras de institución, enlazado con la cruz y la Fracción del Pan, hace saborear las primicias de la resurrección: «Tomen y coman; éste es mi Cuerpo que se entrega por ustedes …, Tomen y Beban; ésta es mi Sangre», Banquete Sacrificial, Cena del Cordero, Festín final de los tiempos, produce la parusía, es decir, realiza la presencia de Cristo que juzga a los hombres y purifica de todas las escorias del mal los elementos de verdad y de gracia presentes en el mundo (AD GENTES 9, Concilio Vaticano II) que produce la unidad de la Iglesia, Pueblo de Dios, el Cuerpo de Cristo (Lc. 22,20; 1 Cort. 11,25).

+ La Penitencia o Confesión, segunda tabla de salvación o segundo bautismo que actualiza la muerte de Cristo, y capacita para la experiencia vivificadora eclesial en el Espíritu en los sacramentos restantes.  

Participa con tu familia en esta Semana Santa de las celebraciones de la Iglesia Parroquial mas cercana en el lugar en que te encuentres y podrás vivir este mensaje bíblico aquí presentado. *Doctor en Teología.  

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