Por Roberto Veras.-
Si alguna vez hay una narración de indiferencia que roza la total ingratitud, es aquí en este relato de los diez leprosos que asediaron y rogaron a Jesús que los curara.
Solo uno se devolvió a darles las gracias por haberlo sanado de aquella terrible enfermedad.
Una vez más, es el samaritano, el extranjero, quien regresa en adoración y abrumadora gratitud.
Los otros a quienes también les prodigó amor y gracia huyeron para continuar con la vida cotidiana y sus distracciones, sin siquiera mirar hacia atrás.
Si alguna vez he visto tanta mezquindad en el entorno político de nuestro municipio, es ahora con la negación de que a la principal parada del metro en Santo Domingo Este se le llame, Juan de los Santos.
Sabemos de las peticiones reiteradas realizadas por JUANCITO al presidente para que la línea 2 del metro fuera una realidad. ¿Porque negarle el nombre? Si lo había prometido.
Señor legislador, usted debió tocarle al presidente el tema del nombre de la estación del metro, porque sin duda siento que mi petición es la suya, pero el temor a recibir una reprimenda lo ha llevado mantenerse callado.
En la inauguración del metro a un grupo de jóvenes solo se oyó decir de muy mal gusto y también contraproducente ante la solemnidad del acto “El de siempre alcalde”.
Actualmenteel gobierno mira a JUANCITO como un banquero que puede hacer daños y nos segamos para no ver los buenos aportes realizados al municipio. Que silva esto de ejemplo a otro amigo que es banquero y también diputado.
Señor legislador, haga igual que el samaritano, no sea igual que los nueves y mire hacia atrás. Juancito no ha muerto mientras haya una persona que recuerde su memoria.