Por Alfonso Caraballo
El partido Fuerza del Pueblo es la organización política de mayor desarrollo y dinamismo en la República Dominicana. Su crecimiento es incuestionable, y todas las encuestas reputadas así lo confirman.
Pero este vertiginoso avance es amenazado por la decisión de poner como candidato a una de las principales alcaldías del país a Julio Romero, involucrado en un caso de pederastía que la sociedad no termina de perdonar.
Lo peor del caso es que el escándalo Romero se lleva de por medio las dos marcas insignias de ese proyecto político: el nombre de la organización, Fuerza del Pueblo, y el de su líder, Leonel Fernández.
Los antagonistas más enconados de Fernández ya han empezado a explotar la idea de que la selección de Romero, solo porque puntúa más en algunas encuestas, es una prueba irrefutable de la más absoluta falta de escrúpulos del líder y de su organización.
Estos adversarios se regodean con lo fácil que le han puesto la validación de todas las campañas de descrédito lanzadas contra el veterano político que tiene bien demostrado su compromiso con los valores más enaltecedores del ser humano.
Pero la indignación, natural o inducida, es de tal calibre que ya se ven asomos de un movimiento social contra la decisión de postular a Julio Romero. A la par, se perciben muestras de obstinación en algunos altos dirigentes que pretenden manejar con superficiales técnicas de gestión de crisis el error de esa selección.
En este tétrico contexto, ¿qué hacer?
La solución más conveniente es rectificar, pero rectificar en serio. Eso pasa por cambiar al candidato, y hacerlo pronto, antes de que la saña y la indignación echen raíces insalvables. Ya el PRM, el partido de Gobierno, ha excluido de su boleta electoral candidaturas de gente cuestionada.
Es que la escogencia de un candidato comporta considerar más que números de encuestas. Eso habla de qué tan real es el compromiso con los valores que se profesan.
Fuerza del Pueblo no pasará la prueba de la congruencia ética empecinándose en mantener la candidatura de una persona percibida como pederasta, que pide perdón de manera oportunista, 14 años después, ante una crisis descomunal.
Leonel Fernández ha afirmado en más de una ocasión que detrás de las grandes crisis existen grandes oportunidades, y que aprovecharlas depende de la pericia y el coraje de quienes la tienen enfrente.
Ahora, la organización comprometida con el adecentamiento de la política dominicana tiene la oportunidad de presentarle a Santo Domingo Este, y a todo el país, un candidato, o candidata, que se parezca a sus electores, que son mayoritariamente mujeres, mayoritariamente jóvenes y mayoritariamente decentes.