Por Orlando Pimentel.
No escribiré como alcalde, porque aún no es tiempo para juzgar su gestión al frente del Ayuntamiento más grande del país, pero si partimos de su legado como diputado, entonces las expectativas auguran una alcaldía histórica, pero ese no es el tema.
Manuel es un hombre que vive para ser feliz y hacer feliz a quienes los rodean.
Cuando él está viendo un juego de pelota goza cada jugada de su equipo Licey, no se mortifica por el resultado, porque en cada hit o cada carrera de su equipo él va gozándola durante todo el trayecto del juego y al final del desafío sigue feliz, aunque su equipo pierda, porque se acuerda que algún amigo aguilucho está contento por el resultado.
Este lunes al amigo cantautor participó en un encuentro de amigos que organizó Buitrago y esa velada me hizo recordar aquel ser humano que conocí a finales del 2001 en la calle de Ramón Peralta.
Entre canciones hacia una pausa para decirle a la gente su propuesta y al mismo tiempo educaba al pueblo del rol de representación, legislar y fiscalizar de los diputados.
Ese Manuel Jiménez combativo, revolucionario que ha dedicado su vida a luchar por un mejor país, también es un amigo que sabe pasar momentos alegres con las personas sin importar su estatus social.
Ese hombre alegre, capaz de escribir canciones tan bellas como derroche o 40 veces más, es también el hombre que de manera vigorosa lucha en contra de una parada que lesiona el pulmón de su ciudad.
Ese hombre que con una guitarra impidió que el poder colonizador se robara la Loma Miranda que da el agua a nuestros ríos, fue el mismo que siguió cantando feliz cuando en 1994 le quitaron el gran dorado para dárselo a un imitador.
El mismo hombre que puede participar es una tertulia tipo Anthony Río, es el mismo que puede estar en un escenario junto a Víctor Manuel o Serrat cantando temas sociales o compone canciones para seres excepcionales como Juan Bosch o las hermanas Mirabal
Ese hombre sensible, amoroso y de apariencia frágil, también es un intolerante contra cualquier acto de corrupción.
Este lunes compartimos con ese gran ser humano en la casa de Buitrago y mientras lo escuchaba me sentía orgulloso de ser amigo de un hombre llamado Manuel Jiménez.