Como dijimos en el artículo que precedió a éste, publicado el 15 de julio recién pasado, ciertamente en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), las dualidades son repetitivas y coincidentes en proporciones geométricas entre sus principales dirigentes.
Hacemos la observación, que en estas dos últimas ocasiones en estos escritos analíticos, seleccionamos al dúo de las figuras más destacas dentro del PLD, a Leonel Fernández y a Danilo Medina, obviamente, sus estatus y preponderancias son después de la de su maestro, líder y fundador, el profesor Juan Bosch.
En este sentido, sus repetidas coincidencias, las de los presidentes doctor Leonel Fernández y el licenciado Danilo Medina, observamos que ambos corresponden a la pequeña burguesía, proceden de una clase media baja, son egresados de la misma institución superior, la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
También, son los dos discípulos de Juan Bosch más aventajados dentro del PLD, y ambos ganaron sus respectivas reelecciones presidenciales con números convincentes, Leonel en el 2008, con un 53.83%, y Danilo en el 2016 con un astronómico porcentaje de 61.74%.
Es que son muchísimas dualidades coincidentes que se repiten entre estas dos figuras estelares de la República Dominicana de los últimos 25 ó 30 años. Ambos motivaron con sumo interés desde sus mandatos para que se modifique nuestra Constitución, aunque evidentemente, con fines, visiones e intenciones a todas luces diametralmente opuestas.
Leonel Fernández impulsó desde el año 2009 hasta el 2010 una reforma a nuestra Carta Magna, desde la «A hasta Z», es decir, no se quedó ni un solo párrafo sin tocar, incluso se le agregó una introducción o preámbulo, y en consecuencia, el consenso es que, es una Constitución, que no es que sea perfecta, pero es muy avanzada, estás entre las mejores de Iberoamérica.
En el Caso del presidente Danilo Medina, para el año 2015, con un apoyo generalizado de los diferentes sectores; económicos, sociales y políticos, se modificó la Constitución dominicana otra vez, y como en otras patéticas ocasiones, con el interés exclusivo del Poder Ejecutivo a través del Congreso Nacional cambiarle un solo Artículo, el No. 124, para que se le quite la prohibición presidencial de cuatro años y nunca más, y así se dieron los pasos para el continuismo del presidente Medina.
Debemos puntualizar, que ante la crisis generada previo a ese cambio en la Constitución, especialmente a lo interno del PLD, Leonel Fernández no estuvo de acuerdo y se lo hizo saber al país a través de un discurso público, aunque lo respetó, él planteó entre otras cosas, que eso no era favorable para nuestro fortalecimiento institucional. El tiempo le dio la razón.
Se llegó incluso hasta firmar un acuerdo entre todos los miembros del más alto organismo operativo del PLD, el Comité Político, el cual fue contentivo de 15 puntos referentes a todo lo concerniente al manejo de las situaciones políticas futuras dentro y fuera del partido.
Luego un Pleno Nacional de Dirigente conjuntamente con la proclamación de la reelección de la candidatura presidencial de Danilo Medina para el año 2016, lo refrendó, con lo cual supuestamente quedaba blindado el citado acuerdo y la unidad del partido morado.
Pero ironía de la vida, el acuerdo entre «los honorables» del partido de Juan Bosch fue totalmente ignorado en cada una de sus comillas y los puntos que se acordaron. Hasta el señor Ramón Ventura Camejo, un veterano miembro del Comité Político del PLD, y uno de los firmantes del mencionado acuerdo, lo llamó «un atraco», obviamente, después de haberse consumado lo principal, quedarse en el poder.
Increíble pero cierto, en esas condiciones de irrespeto ya se estaba manejando una de la corriente o grupo político mayoritario de ese alto organismo peledeísta.
Esas dualidades tan coincidentes y repetitivas, parecían las bases de la cacareada unidad y la unificación de criterios entre los peledeístas pos Juan Bosch, las mismas que con tantas falacias les vendieron muchos de ellos al pueblo dominicano, pero cuando se delató el drama, ese mismo pueblo lo convirtió en una tragedia para el PLD, es decir, le dieron la espalda negándoles el voto popular y el de la clase media en las dos últimas elecciones, las de marzo y las de julio.
Ya no lo querían ver más en el poder y prácticamente, en ningún otro estamento controlando nada de la administración pública, donde naturalmente se dieron varias excepciones, pero no sin antes sus adversarios y la población haciéndoles pasar su buen susto.
Cosecharon en esa organización tan triunfadora lo que sembraron desde el poder y un Comité Político vetusto, cansado, que se adocenó, siendo la mejor evidencia, que en las dos últimas promociones lo llenaron de los amigos caracterizados por gente de poco o ningún mérito político, pero eso sí, dóciles amarrados por los favores de las boronas del poder.
En fin, no importaron las dualidades coincidentes y repetitivas de los dos principales hombres en el PLD de hoy, o el de ayer mejor dicho, el de hoy es otro partido diferente, mucho menos les pesó el compromiso con la historia y el pensamiento de Juan Bosch, ni tampoco una larga amistad, se volvió a repetir la historia de la política criolla desde la formación de la República en el 1844; el fantasma de la división.
Ahora bien, a los responsables del descalabro del PLD, más temprano que tarde se le va a pasar la factura indeleble del juicio histórico, y lo interesante es, que el mismo ya ha comenzado a realizarlo un juez imparcial; el pueblo dominicano