Por Roberto Valenzuela. El relato de esta semana es de la hija de Marrero Aristy lamentando de que todo estaba listo para celebrar su cumpleaños número ocho: ya sus amiguitas estaban en su casa; pero llegó un “regalo” inesperado: su padre en un ataúd. Hagamos un ejercicio mental: trasladémonos a esa fiesta de niños, niñas (acompañados de sus padres), esperando el inicio del cumpleaños y, como un cuento de terror, la dictadura envía muerto al anfitrión o dueño de la casa.
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