Por Roberto Veras. – Vivimos en una sociedad donde la gente habitualmente dice cosas groseras, ásperas, que con razón o sin ella, a veces son muy graciosa y a menudo bastante divertidas, pero otras no. Las palabras groseras y ásperas tienen el poder de socavar a una persona hasta romperla en pequeños pedazos y eso no debe ser. El viejo adagio dice: «Los palos y las piedras me romperán los huesos, pero las palabras nunca pueden herirme». Es una completa tontería. Las palabras, si las pronuncia alguien cuya opinión sobre…
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