Por: José Núñez
Es un hecho irrefutable que el desarrollo de cualquier nación en sentido general depende de sus ciudadanos y de quien la dirige, fundamentalmente, de los políticos y los empresarios emprendedores e innovadores.
Ahora bien, la internacionalización de la economía o la popularmente llamada globalización económica, empujada por un desarrollo capitalista brutal y sin fronteras para los grandes capitales, con un aliado súper dinámico, tan veloz como la luz; la era digital con sus mecanismos de la robotización y de las redes sociales, las cuales han puesto de manifiesto aún más, la importancia de que el presidente de un país sea reconocido en el exterior.
Y si el prestigio de que goza un mandatario o expresidente está soportado por una buena imagen, con credibilidad y un evidente liderazgo, además de reconocerle frente a sus iguales un posicionamiento privilegiado, entre los tres primeros lugares, y cuidado, son aderezos que a cualquier gobernante o ex, les van como la uña al dedo.
Hoy los países viven en un mundo de negociaciones permanentes, de acuerdos comerciales bilaterales y multilaterales, en fin, realizan intercambios en todas las actividades humanas, es un planeta interdependiente, es decir, lo que pasa en una nación, de una forma u otra, las demás se ven impactadas.
Juan Bosch gozaba de un buen prestigio a nivel internacional, cultivó excelentes relaciones con varios dirigentes y líderes políticos de mucha importancia a nivel de la región y mundialmente, estaba consciente de la importancia de esas cercanías.
El doctor José Francisco Peña Gómez se preocupó mucho y exponía frecuentemente la importancia de un político tener relaciones internacionales con los líderes y dirigentes a nivel mundial, porque entre otras razones, lo veía como una de las formas de éstos poder ayudarnos con el desarrollo económico del país, y se convirtió en un internacionalista reconocido.
Esto de tener reconocimiento internacional es de gran importancia en las aspiraciones presidenciales de cualquier candidato, ya que puede generar beneficios al país en el mediano plazo, independientemente de que ser presidente de una nación genera un statu automáticamente.
Si en este contexto, el mandatario de un país es reconocido y apoyado por sus semejantes, especialmente cuando ha pasado varias pruebas en el poder, teniendo liderazgo entre estos presentes y pasados presidentes, esas mismas cualidades les sirven para buscarse apoyo mutuo, es decir, en pro de los avances socioeconómicos de los Estados involucrados.
En el caso dominicano por ejemplo, el doctor Leonel Fernández Reyna como un potencial presidente para el año 2020, es una figura internacional de peso y liderazgo con solidez.
Desde antes de asumir el poder político, el doctor Leonel Fernández se preparó en los temas de la agenda internacional e inmediatamente, cuando asumió la presidencia del país por primera vez en el 1996, ese fue uno de sus principales temas de agenda, el cual continúo en los mandatos de los períodos del 2004 al 2012, y ahí están los frutos consumados a la vista del mundo, tanto para su persona como para la Nación.
El hombre es un internacionalista altamente reconocido y bien valorado por sus homólogos, con un liderazgo nacional e internacional ganado en buena lid y firme, el cual se pone de manifiesto cuando se requieren mediadores y observadores cualificados y de prestigio para manejar los conflictos en un país o entre los países, por los organismos regionales e internacionales de la más alta jerarquía mundial.
Leonel Fernández debe estar entre las tres principales figuras políticas de la región, inclusive, muchos ya piensan que es el número uno de América Latina en este aspecto.
A nivel intelectual, también goza de ponderaciones positivas y reconocimientos al más alto nivel por las organizaciones y personalidades certificadas del mundo académico-científico.
Todos esos reconocimientos a un mandatario o exmandatario, siempre se dan cuando existen variables consensuadas de que en su paso por el poder dejó más luces que sombras, que estando en el mismo no se manchó las manos de sangre y que mucho menos suprimió ni limitó las libertades públicas.
Ahí reside la importancia del retorno al poder de un expresidente con sólidas y reconocidas relaciones internacionales, y si además es visto como una de las principales figuras políticas de toda América Latina, es una garantía de que su potencial y casi seguro retorno a controlar el erario en el año 2020, va a dejar mucho más beneficios que yerros a la patria de Juan Pablo Duarte.
También son manos diestras, experimentadas, con la mente consciente de qué hacer para buscar el desarrollo nacional, es que su formación intelectual y conocimiento al dedillo de la realidad económica mundial y de su país, nadie la cuestiona.
¡Y entonces!