Por José Núñez
En cualquier país del mundo, independientemente del sistema político imperante o de las religiones que se practiquen, el que dirige o los que dirigen los diferentes Estados, siempre hay que empujar, coadyuvar, contribuir dentro de lo que pueda cada uno para qué las cosas salgan bien, y si es muy bien, excelente.
Esto es así, porque de manera errática, en muchos países los que se oponen a un gobierno por las razones que fueren, como pueden ser; que no votaron por éste, que son de otras simpatías políticas, de otras ideologías y también, porque no forman parte de la estructura del mismo o porque de una forma un otra les afectan sus intereses (aunque ahí nadie cede).
Pero existe una razón fundamental que se sobrepone a todas las anteriores, y es qué si un Presidente o el jefe principal de una nación realiza sus funciones como mandan las leyes, las reglas y los procedimientos, entonces las mismas van en beneficios de la comunidad, la cual al fin y al cabo debería ser siempre la razón para que de una forma u otra se priorice, es decir, para que la mayoría sea la gran favorecida.
De ahí que esa mala cultura o costumbre de querer que los presidentes fracasen para que entre el mío, es una percepción miope, equivocada, porque los mandatos o períodos presidenciales pueden ser de uno o de varios, pero de que van a terminar; es un hecho que terminarán.
Los pueblos como se enamoran de un partido o de un gobierno, de un líder, también se cansan, y así como llegan a venerarlos, llegan hasta a aborrecerlos, por lo tanto, siempre hay que aupar o contribuir para que el Poder Ejecutivo pueda hacer la mejor de sus labores, y el axioma en el bienestar de sus ciudadanos se transforma en un hecho palpable.
Y no es que no se haga oposición a los gobiernos, por supuesto que hay que hacerla, pero siempre con una visión de enderezar las cosas que no vayan bien o que se intenten erróneamente desviar, donde el mandatario inteligente y preocupado, al oír las críticas razonables, pone atención a las mismas y enfrenta o corrige el asunto antes de que sea demasiado tarde.
Porque tal cual el presidente de un país lo es para todos sus habitantes, por los que votaron por él y los que no lo hicieron, también lo es de los que no fueron incluso ni a votar, asimismo, es el gobernante de los que no votan, sin importar las razones por las que no lo hacen.
Ahora bien, las acciones y decisiones de los mandatarios de una forma u otra nos afectan, nos tocan a todos; ya que pueden ser por el mal o buen manejo de su política económica, por la fuerza compulsiva de la ley, por un decreto o por una resolución que no transgrede las leyes nacionales.
Por lo tanto, la única forma del bienestar alcanzar ser democrático en un país determinado, es cuando un gobierno lo hace bien en todas las áreas o sectores que componen la sociedad.
Es que el beneficio de gobernar bien un país recae en todos sus ciudadanos, de ahí que se debe actuar en pro de ayudar a los gobernantes cuando están iniciando las labores de un cuatrienio como es el caso dominicano con el Presidente Luis Abinader, especialmente cuando sus acciones en sentido general, lucen revestidas en la retórica y en la práctica con transparente y buenas intenciones.
En definitiva, el país decidió y la suerte está echada con el novel presidente para el período constitucional 2020-2024, vamos a contribuir y a vigilar nuestro mandatario por un mejor país con democracia para todas y todos.