Darwin Feliz Matos: Carta póstuma a mí querida madre

Por Darwin Feliz Matos.

Sin lugar a dudas que no existe dolor alguno comparado con la perdida de una madre, es como extirparle algún órgano a alguien sin haber utilizado anestesia.

Mucho más cuándo has tenido que vivir toda tu vida al lado de ese ser que no solo te concibió, si no  que convivió contigo desde que eras tan solo una ilusión hasta el día de la despedida.

Eras mi amiga, mi confidente, la que velaba mis sueños, cuando yo enfermaba siempre estabas a mi lado, mi consejera por excepción, mi ejemplo a seguir, quien me enseñó que es preferible “morir de pies, antes que vivir una vida de rodillas”.

Tu ausencia no es una tarea fácil de asimilar, pero no imposible aunque debo tener que acostumbrarme. Me enseñaste a que por más adverso que sea el momento debes continuar hacia adelante y luchar hasta lo imposible para lograr los objetivos.

Confieso que he estado a punto de tirar la toalla, pero el respeto que te tengo supera todas mis expectativas. La perseverancia que te marcó es mi mayor estímulo a continuar este camino tan hostil sin ti, no solo por mí sino por mí familia a la que a pesar de las incompatibilidades de algunos nos exhortaste siempre a mantenernos unidos y cuidar de todos y cada uno sin importar su condición o acciones.

Con mis ojos inundados por el agua que gota a gota caen tanto en el teclado como en mi manos, tras recorrer el lago trayecto de mi rostro y compungido con el olor de no tenerte, he decidido escribir estos párrafos para manifestarte de forma pública lo que tanto te repetía en privado y junto a nuestra familia y amigos.

Te amo como a nada, ni nadie mi reina. Eres y serás el ser más excepcional al que Dios me ha podido brindar en mí vida. Jamás tendré como pagarte todo lo que has hecho por mí a pesar de las adversidades que juntos pudimos sobrellevar. Cosas que nos llevaremos a la tumba juntos.

Recuerdo tu cara, parecías una virgen tan guapa, cuanto callaba tu corazón y cuanto sufrió pero siempre tenías una sonrisa en tus labios. Nunca te vi quejar a pesar de lo tanto que imaginaba sufrías. Nunca quisiste sentarte para que otros sean quienes tengan que solventar tus necesidades.

Te extraño Mami, a pesar de las pocas horas que han transcurrido de tu terrible perdida. Te recordaré por todo, por haber sido la madre más hermosa por fuera y por dentro, por ser tan apegada a tus hijos a los que nunca abandonaste a pesar de ser tan bella, física como espiritualmente. Preferiste despreciar propuestas de irte al extranjero por no abandonarnos y eso me consta. Esos principios  que me inculcaste y a los que jamás renunciaré, te extraño lo juro, pero te prometo seguir hacía adelante construyendo aquellos sueños que me dijiste anhelabas verme realizar.

Hoy que ya no estas siento ganas de tenerte cerca, y hasta de recibir tus reproches, “Lany eso no me gusta de ti, debes hacer esto”, sentir tu perfume y tus dulces y suaves manos pasar por mi cabeza cuando me veías cabizbajo ante cualquier preocupación.

Verte desaparecer físicamente de forma involutiva a cada minuto me hacía cada vez más triste, pero a su vez más fuerte. Tu valor y tus deseos de luchar por la vida apegada a lo que siempre creíste es algo que jamás olvidaré. Sobre todo a que no se puede renegar a tus principios y a tus creencias por nada efímero.

Aunque tan solo tengo horas que no te veo físicamente me haces bastante falta, pero si DIOS te llamo es porque a él le hacías más falta, quizás que a mí, eso no lo sabré nunca, al lado del creador estás y sé que desde donde quiera que estés sigues velando mis sueños porque te siento. Tanto te Amo mi viejita.

Gracias de todo corazón, descuida que por lejos que estés jamás te defraudaré seguiré adelante aunque tenga que morir despedazándome, nunca echaré por el suelo el legado que me dejaste tanto a mí como a mis hermanos y a tus nietos.

Dejemos pasar el tiempo y seguro que algún día nos abrazaremos, al cielo miro por si algún día te veo.

Gracias a todos a aquellos que en estos momentos tan adversos han sido tan solidarios conmigo y mi familia a quienes aunque no los mencione por sus nombres los llevo impregnados en mí mente y en mi corazón, eternamente estaré agradecidos por el gesto de entender el momento tan difícil por el que atravesamos, tanto yo como mí familia y estar ahí apoyándonos y brindándonos su solidaridad. De verdad muchas gracias.

Hoy no te digo adiós, sino hasta pronto Mami. Orgulloso y satisfecho de haber podido hacer todo lo que humanamente había que hacer para prolongarte la vida respetando tú ideología y tus principios, pero con el dolor de no tenerte a mí lado para que sigas siendo mí consejera y mi guardián en la que a cada noche me llamabas a mí celular cuándo entendías que “ya era la hora de haber llegado y aún no lo hacía”, gracias demás está decirte lo mucho que te amo, todas las noches no solo te lo expresaba, sino que mis acciones así te lo hacían sentir.

Quiero exhortarle a aquellos quienes aún puedan contar con su progenitora a su lado con esta estrofa de la canción titulada “Consejo de Oro” cuando dice “A usted amigo que es tan joven le daré un consejo de oro deje farras y milongas, que jamás le han de pesar cuide mucho a su viejita, que la madre es un tesoro un tesoro que al perderlo otro igual no encontrará. Y no haga como aquellos que se gastan en placeres y se olvidan de la madre ni le importa su dolor, que la matan a disgusto y recién cuando se muere, se arrepienten y le lloran, no comprenden su valor…

¡Su valor!

 

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