Por: José Núñez.
Las elecciones internas en los partidos políticos de sus diferentes candidaturas a cargos municipales, congresuales y a la presidencia de la República con el método de las primarias abiertas, para luego ser escogida a través del voto general en la sociedad, recibirá su primer impacto negativo en las organizaciones políticas.
Y el segundo impacto negativo de unas elecciones primarias internas abiertas va a recaer en toda la sociedad, toda vez que los partidos políticos; grandes, pequeños y los emergentes o minoritarios, con sus debilidades y fortalezas, unos más que otros, son el sustento real y los garantes para la democracia en cualquier país o territorio.
Es que los partidos políticos, por su naturaleza son «instituciones públicas no estatal, con base asociativa», según la sentencia 192/15 del Tribunal Constitucional, es decir, «son entidades públicas con el derecho fundamental de libre asociación, donde sus integrantes deben decidir su destino libremente y respetando por supuesto, su democracia interna». La Constitución les blinda ese accionar.
Por eso es que el costo social de desmembrarlos, éstos que de por sí ya están debilitados institucionalmente, sin excepción, podría ser inconmensurable. Los ejemplos de países sin partidos políticos fuertes o de uno solo, pululan, inclusive abundaría citarlos, donde los efectos adversos se delatan solos, de ahí el cuidado con no arrinconar a sus militancias desvalorizándolas vías primarias abiertas.
Repetimos, si de por sí ya está desmejorada la imagen en los partidos, no solo en la confianza, sino también en términos electorales y en «La psiquis» del pueblo, esto de poner a todo el que quiera participar en sus asuntos internos electorales, no tiene ni un ápice de positivo, todo lo contrario.
Inclusive, en las organizaciones pequeñas y emergentes, que aparentemente estas votaciones el mismo día, entre todos, les he favorable a simple vista, ya que se van a confundir en las mismas, es su gran perdición, porque otros van a tener el control de decidir por ellos, los cuales pueden ser gentes del pueblo, lo que quizás no sea malo y luzca más democrático.
Pero el quid del asunto está en que las organizaciones grandes, independientemente de que las votaciones sean simultáneas, van a decidir las candidaturas en los partidos pequeños, especialmente cuando las de ellos no tengan competencias de importancia internamente.
También, si la gran mayoría, prácticamente en consenso, están a una sola voz de que les dejen decidir sus métodos de elecciones internas y que nunca sean abiertas ni simultáneas, eso sí, con el control total de la Junta Central Electoral.
Entonces, por qué insistir para que entre el Leviatán, que es lo mismo que tratar de imponerles unas elecciones internas abiertas y simultáneas en los partidos, por demás, prohibidas su ejecución en la sentencia de la Suprema Corte de Justicia cuando anuló la ley 286-04 sobre este particular. Aquí su actuación es homologada a un Tribunal Constitucional, o sea, sentencia emitida; caso cerrado.
No les quiten importancia a los militantes políticos, a sus bases, a sus miembros con derechos adquiridos a votar internamente, a elegir en un primer momento a los aspirantes que se han depurado como manda el derecho constitucional de la libre asociación, para que el pueblo en la fase final decida, como debe ser.
No arrabalicen los procesos electorales internos con primarias abiertas, que como su nombre lo dice, es abrir una brecha al ya afianzado clientelismo, a las turbas, a los que no tienen ni compromisos con su comunidad ni vocación por la política, en definitiva, es una vía expedita para imponer candidaturas con dinero subterráneo; del narcotráfico y la evasión al fisco.
Señores, no forzar la tuerca, recuerden el dicho que reza, «ésta se puede correr», y por mezquinos intereses coyunturales, por puras miopías políticas, pudiéndose comer el pollo entero, no van ni a poder ver sus plumas.
Van a pasar de lo sublime a lo ridículo, y pensar que por ansias desmedidas, pueden llevarse de golpe y porrazo todo el sistema partidario domincano en el mediano plazo.
Cuidado si perdemos más por lo menos en el país, unos más que otros. ¡Así no se vale!